(Este artículo ha sido publicado hoy en El Confidencial Digital: VER)
La actividad política se ha convertido en una actividad inhumana, en algo desagradable y desprestigiado. Es prioritario "dar la vuelta a la tortilla" y conseguir que las personas más válidas para representar a los ciudadanos y gobernar buscando el bien común dejen de rechazar "meterse" en política.
La actividad política se ha convertido en una actividad inhumana, en algo desagradable y desprestigiado. Es prioritario "dar la vuelta a la tortilla" y conseguir que las personas más válidas para representar a los ciudadanos y gobernar buscando el bien común dejen de rechazar "meterse" en política.
Es posible que se halla llegado a este estatus de deshumanización de la política de manera premeditada, como consecuencia de una táctica llevada a cabo maquiavélicamente por los políticos corruptos, que controlan "su mundo" y manejan el poder a muchos niveles: y enfangando y envenenado la vida política pretenden evitar que personas dignas quieran "saltar al ruedo" para sustituirles. Y a este estado de las cosas han contribuido, quizá sin darse cuenta, nuevos políticos de nuevos partidos que están en contra de los primeros, pero que han entrado en el juego de la deshumanización...
Entre todos han conseguido que la política se haya convertido en una actividad en la que todo el mundo está enfadado, se insulta y se critica indiscriminadamente para desprestigiar al otro, se piensa siempre mal de los demás, nadie es capaz de valora nada de lo que otros hacen, se rechaza apoyar iniciativas positivas por el mero hecho de que las presentan otros, se le echa la culpa a otros de todos los problemas (muchas veces injustamente, sin razón o mintiendo), les echa la culpa de los desastres naturales y de los ataques terroristas, se les reclama que atiendan asuntos que no son de su competencia, se airea su vida privada y se aprovecha cualquier cosa para hacer ataques ad hominem (a la persona, y no a sus ideas o actuaciones) y para ridiculizarles, se consigue más poder cuidando la imagen y adulando a los que mandan que trabajando, y se machaca dentro de los propios partidos a los que quieren aportar cosas nuevas y exigen decencia, que resultan incómodos ...
Mi paso por la política me permitió comprobar en propia carne lo duro que es estar en ese mundo. Fui hasta agredido físicamente en una concentración ciudadana por haber sido de UPyD y por ser de Galicia Bilingüe... También he recibido muchos insultos y amenazas por expresar mis ideas; y fui expedientado y expulsado por luchar contra el amiguismo y la corrupción interna en un partido que yo confiaba que sería democrático... Por eso entiendo y disculpo a tanta gente que no está contenta con los políticos ni con los partidos que tenemos, pero que se niega a dar el paso de hacer algo realmente eficaz y necesario: pasar a tomar parte activa en la política. No les compensa exponerse a aguantar tanta presión, tantos insultos y coacciones, tienen miedo a las consecuencias de la deshumanización de la política, y especialmente el miedo a sufrir lo que sufren todos los políticos, sean o no corruptos: faltas de respeto, insultos en persona y en redes sociales, difusión de chistes y vídeos de burla y ofensivos, amenazas, escraches..., y continua tergiversación de lo que defienden o han dicho, cuando no difusión de mentiras y calumnias, sin derecho efectivo a réplica en los medios de comunicación.
Para arreglar los problemas de nuestra ciudad, de nuestra comunidad, de nuestro estado, incluso de Europa o del mundo (y me refiero a los problemas causados por los políticos), tenemos que empezar a cambiar y a humanizar la vida política. Para que la política vuelva a ser una actividad humana, honorable, digna de elogio y de admiración, y de agradecimiento a quienes la ejercen y nos representan.
Y se deberían proponer medidas que eviten esa deshumanización, prohibir y castigar la falta de respeto a los políticos (lo que no quiere decir que no se denuncien sus mentiras y sus actos corruptos), hacer un esfuerzo por tolerar a cualquier político aunque defienda ideas que nos parecen perniciosas, hacer el esfuerzo de entenderles, tener en cuenta que aunque sean minoría representan a muchos (o pocos) ciudadanos que les han votado...
Hay que conseguir acabar con ese ambiente de confrontación e insulto, de enojo constante de los políticos y entre ellos, que no beneficia en nada a los ciudadanos. Precisamente la segunda acepción de "humanizar" en el DRAE dice desenojarse, lo que implica dejar de molestar y de alborotar.
Hagamos el acto de fe de pensar que todos los políticos son dignos y buscan el bien común, defendiendo cada uno la visión de sociedad que consideran más adecuada para sus propios intereses y para el bien común. Y si alguno demuestra que es indigno o ha mentido, ha robado o ha incumplido la ley, digámoslo y dejemos constancia de ello de manera humana, elegante, respetuosa. Sé que algunos políticos no se lo merecen: pero no deben pagar justos por pecadores, y es mucho lo que nos jugamos si tantos políticos corruptos y mediocres sigue controlando el poder, y no aparece nadie "del lado de la fuerza" que quiera actuar...
Hagamos el acto de fe de pensar que todos los políticos son dignos y buscan el bien común, defendiendo cada uno la visión de sociedad que consideran más adecuada para sus propios intereses y para el bien común. Y si alguno demuestra que es indigno o ha mentido, ha robado o ha incumplido la ley, digámoslo y dejemos constancia de ello de manera humana, elegante, respetuosa. Sé que algunos políticos no se lo merecen: pero no deben pagar justos por pecadores, y es mucho lo que nos jugamos si tantos políticos corruptos y mediocres sigue controlando el poder, y no aparece nadie "del lado de la fuerza" que quiera actuar...
Hay que dar la vuelta a la tortilla: humanizar la política y sacar coraje de donde sea para cambiar las cosas radicalmente..., que significa yendo a la raíz del problema: lo que supone entrar en política.