Reinos de Taifas de la península hispánica, siglo XI. |
Durante muchos años el Califato de Córdoba fue el estado más rico y desarrollado de occidente. Alrededor del año mil Córdoba era la ciudad más poblada de Europa: llegó a tener un millón de habitantes y 1.600 mezquitas. Su caudillo Almanzor controlaba la mayor parte de la península ibérica y territorios al sur del estrecho de Gibraltar, y llegó en sus campañas a Barcelona, Zaragoza, Pamplona, Burgos, León, Zamora, y hasta Santiago de Compostela (el año 997).
Tras la muerte de Almanzor, acaecida el año 1002, la lucha por el control del Califato dio paso a un periodo de profunda crisis. Se descuidó el buen gobierno y las arcas se vaciaron. La corrupción entre las clases dirigentes, que pertenecían a los clanes que sustentaban al Califa y que sólo se preocupaban de intrigar contra los clanes oponentes, se generalizó. Diez Califas distintos se sucedieron en el trono en un periodo de 20 años, con falsas promesas de renovación. Pero el Califa de turno y los que apoyaban a su clan seguían derrochando, viviendo con lujo y opulencia, de espaldas a los problemas que aquejaban al pueblo, comprando y pagando favores y privilegios con fiestas, trajes, sustancias alucinógenas y otros placeres. El prestigio del Califato cayó en picado. Y la agobiante presión fiscal para sufragar los gastos de la corte cordobesa y de los emisarios del gobierno que mantenían el control siguió aumentando.
Como lógica reacción, las etnias o familias poderosas que controlaban las ciudades más ricas y los territorios de la periferia del Califato, que ya disfrutaban de cierto grado de autonomía, fueron aumentando su afán de independencia. Se aprovecharon de la crisis, prestando apoyo al Califa para que pudiera controlar a sus oponentes, pero a cambio de favores y de que éste les permitiera tener cada vez más poder político y militar. Poco a poco fueron desbancando de los puestos de gobierno a los representantes del Califa, poniendo a los suyos propios, creando un complejo entramado de entidades autonómicas (que según algunos ya eran llamadas "chiringuitos", y sobre los que el Califa ya no tenía ningún control). Pasaron después a rechazar directamente las órdenes que les llegaban desde la metrópoli Cordobesa, negándose a pagar más impuestos. Quizá como reacción a las falsas promesas de brotes verdes, las autoridades de la Cora o Provincia de Denia acuñaron moneda sin permiso de Córdoba. En Zaragoza un grupo de etnia eslava se hizo con el poder, y para distanciarse de la autoridad central cordobesa crearon embajadas en los condados de Barcelona y de Castilla.
En algunas regiones se promovió el uso del idioma mozárabe, y así surgieron por ejemplo las primeras obras escritas en romance, las Jarchas; y empezaron a decir que el mozárabe (que ellos llamaban "latino") era la lengua original que hablaban los antiguos hispanogodos antes de la invasión árabe, y decretaron que esa era la lengua propia de esos territorios, promoviendo su uso y prohibiendo la lengua árabe, que era la oficial en todo el Califato de Córdoba. Los Gobernadores de las Coras comenzaron a echar la culpa de todos sus problemas al Califa y a sus ministros, fomentando la enemistad del pueblo contra el poder central.
Llegados a este punto, de nada sirvieron los intentos del Califa de recomponer su Reino, y su debilidad siguió aumentando. Y al llegar el año 1012 Almería se erigió como primer reino independiente en Al-Andalus. Le siguieron Murcia, Denia, Badajoz, Carmona,... Uno tras otro se fueron creando los llamados Reinos de Taifas, o simplemente Taifas (palabra árabe que significa bando o facción), que llegaron a ser 39. Con el antiguo Califato ya desmembrado, el año 1031 la jerarquía califal fue abolida por los nobles de Córdoba, que establecieron la república como forma de gobierno de la decadente ciudad.
Surgieron las disputas entre esos pequeños estados musulmanes, que para garantizar su independencia buscaron apoyo en reyes extranjeros, haciéndose cada vez más dependientes de ellos. Al final, debido a la ausencia de un poder político-militar centralizado, todos los herederos del Califato de Córdoba sucumbieron ante el avance de los reinos cristianos, y todas las Taifas terminaron desapareciendo, la misma suerte que le cupo a la lengua mozárabe...