La carta de Enrique Diz sobre mi carta a Fraga.
Le agradezco al Sr. Diz la carta que me dedica en Atlántico Diario en relación con la que yo le dirigí a Fraga. Valoro sus opiniones, aunque le tengo que recriminar su enfoque, porque cualquiera que lea su carta sin haber leído la mía podría pensar, equivocadamente, que yo descalifico totalmente al Fundador del PP.
Comparto muchos de los elogios que hace el Sr. Diz a don Manuel, pero me causa sorpresa que diga que falto al respeto a Fraga al criticarle razonablemente por el perjuicio que ha hecho al haber sido un político impositor del gallego. Como Diz no rebate mis datos ni mis argumentos, no modifica en nada mi punto de vista.
Diz me reprocha además que publique esa carta ahora que Fraga “ya no se puede defender”; le recuerdo que Fraga no ha muerto, sino que deja la política activa por petición de su familia, y le informo de que mis críticas vienen de antiguo: puede comprobarlo buscando una carta titulada “El galleguismo de Fraga” que me publicaron en un diario nacional hace 3 años.
Dentro de la valoración global positiva que Diz hace del Sr. Fraga, le considera uno de los padres de nuestra Constitución. Le tengo que corregir, pues aunque Fraga estuvo en el grupo de políticos que le escribieron, ni él ni su partido (llamado entonces Alianza Popular) votaron a favor de la Carta Magna, sino que pidieron la abstención: no puede llamarse Padre de la Constitución a quien no la votó con la papeleta del SI.
También afirma Diz, henchido de aprecio a su líder, que “el Sr. Fraga elevó nuestra lengua al lugar que le corresponde”. Creo que ni siquiera los más acérrimos galleguistas del PP comparten tamaño elogio, y le recuerdo que la Ley de Normalización Lingüística fue aprobada por el Parlamento Gallego en 1983, siete años antes de que Fraga tuviera a bien abandonar la política de Madrid y venirse a Galicia.
Por último, discrepo radicalmente de la afirmación que hace el Sr. Diz en su carta, cuando afirma con orgullo que “hoy el gallego se empieza a hablar correctamente”. Hoy lo que ocurre es que se está imponiendo la uniformidad de un gallego determinado por la Real Academia Gallega, que por cierto es dirigida por un escritor y político nacionalista que ha manifestado repetidamente su aversión a España y al castellano. Se está fijando el gallego, e imponiéndolo, en base a ideologías y a objetivos políticos. Hoy la gente que habló gallego toda su vida, con el encanto de su diversidad geográfica, se siente perpleja y afirma no saber hablar el gallego oficial. Hoy hay que traducir a Rosalía y a Cunqueiro al neogalego. Si usted piensa que un gallego que se despide diciendo Gracias no habla gallego correctamente, mientras que otro que se despide con un Grazas representa la esencia del idioma propio, pues es muy libre de tener esas creencias. Pero para muchos eso también es imposición, y la imposición de un idioma, en tiempos de libertad, puede hacer mucho daño a su salud. Por eso pienso que Fraga y todos los impositores del gallego han hecho daño a los gallegos y también al idioma gallego. Y espero que esto cambie.
Termino con un chiste antiguo pero que viene al caso: cuentan que hace poco Fraga se despedía de un grupo de gallegos y les decía: “Cuando me vaya, me lloraréis”. Y los gallegos le respondían: “Si, don Manuel: melloraremos, melloraremos...”.
Pedro Larrauri. Vigo.