La segunda parte (ver entrada anterior) del texto pro-nacionalista que se ofrece a los visitantes a
Gaztelugatxe dice así: “En el año 1200 los territorios del Duranguesado, Guipúzcoa
y Araba fueron conquistados por el Rey Alfonso VIII de Castilla al Rey Sancho
VII el Fuerte de Navarra vulnerando los tratados firmados en 1176 entre ambos
reinos”.
Panel informativo junto a la cruz, con la ermita al fondo. |
En ese texto se da a entender que Gaztelugatxe pertenecía a Navarra hasta el año 1200, fecha en la que fue conquistada por el Rey de Castilla, que actuó de manera vil y traidora incumpliendo los tratados de paz que había firmado.
Eso es falso.
Además se comete una incongruencia al ofrecer esa información al turista que visita ese lugar, porque Gaztelugatxe ni siquiera se encuentra entre los territorios citados (Duranguesado, Guipúzcoa o Álava), sino en la llamada Vizcaya nuclear, un territorio que antes del año 1200 pertenecía sin ninguna duda a Castilla. Repasemos la Historia:
Eso es falso.
Además se comete una incongruencia al ofrecer esa información al turista que visita ese lugar, porque Gaztelugatxe ni siquiera se encuentra entre los territorios citados (Duranguesado, Guipúzcoa o Álava), sino en la llamada Vizcaya nuclear, un territorio que antes del año 1200 pertenecía sin ninguna duda a Castilla. Repasemos la Historia:
El reino de Pamplona, que a finales del siglo XI estuvo a
punto de desaparecer al ser incorporado al de Aragón, consiguió su
restauración el año 1135, gracias al apoyo del Rey de Castilla, aunque a cambio
de vasallaje.
Al morir en 1158 el rey de Castilla y pasar la corona a Alfonso VIII, que sólo contaba con tres años, el Rey Sancho VI de Pamplona pretendió desligarse de su sometimiento a Castilla: pasó a denominarse Rey de Navarra, pactó con los aragoneses, y ofreció prebendas a los nobles y ricoshombres de los tres territorios vascongados para que optaran por su bando. Sintiéndose superior a Castilla, incumplió su compromiso de vasallaje, atacando Castilla el año 1162, invadiendola Rioja ,
y ocupando bastantes plazas y castillos en territorios vascos. Tras cinco años de guerra se firmó una tregua. Pero cuando en 1175 Alfonso VIII de Castilla alcanzó la mayoría de edad, se sintió fuerte y declaró la guerra a Navarra, alegando las injustas agresiones sufridas y reclamando la vuelta al vasallaje de los navarros. La superioridad castellana fue clara. La noble familia de los Haro, señores de Vizcaya,
fueron los principales adalides del Rey Alfonso en esa guerra fronteriza, en la que Castilla llego a tomar Guipúzcoa por el norte.
Al morir en 1158 el rey de Castilla y pasar la corona a Alfonso VIII, que sólo contaba con tres años, el Rey Sancho VI de Pamplona pretendió desligarse de su sometimiento a Castilla: pasó a denominarse Rey de Navarra, pactó con los aragoneses, y ofreció prebendas a los nobles y ricoshombres de los tres territorios vascongados para que optaran por su bando. Sintiéndose superior a Castilla, incumplió su compromiso de vasallaje, atacando Castilla el año 1162, invadiendo
Pero Alfonso VIII de Castilla no pudo completar la reconquista del Duranguesado y se vio obligado a abandonar la guerra contra Navarra para concentrar sus esfuerzos en la frontera sur de su reino, debido a la seria amenaza que suponía la invasión desde África de los musulmanes Almohades. En las negociaciones de paz entre Castilla y Navarra celebradas en 1176 en Logroño intervino como mediador el Rey de Inglaterra. Navarra exigió un pago
anual a cambio de la tregua, a lo que Castilla accedió a regañadientes.
En abril de 1179 ambos reinos firmaron un tratado de paz, fijando las fronteras: gran parte de Álava, Guipúzcoa y el Duranguesado quedaban para Navarra, que tuvo que devolver las plazas de Rioja que todavía ocupaba; casi toda Vizcaya (incluida la costa de Bermeo, donde está Gaztelugatxe) y el oeste de Álava seguían en posesión de Castilla; los reyes se comprometían a respetar las heredades de los Nobles de ambos reinos sin incorporarlas a su realengo (dominio del rey); y por último el Rey Alfonso de Castilla renunciaba a reclamar el vasallaje de Sancho, reconociéndose la plena soberanía del Reino de Navarra.
En abril de 1179 ambos reinos firmaron un tratado de paz, fijando las fronteras: gran parte de Álava, Guipúzcoa y el Duranguesado quedaban para Navarra, que tuvo que devolver las plazas de Rioja que todavía ocupaba; casi toda Vizcaya (incluida la costa de Bermeo, donde está Gaztelugatxe) y el oeste de Álava seguían en posesión de Castilla; los reyes se comprometían a respetar las heredades de los Nobles de ambos reinos sin incorporarlas a su realengo (dominio del rey); y por último el Rey Alfonso de Castilla renunciaba a reclamar el vasallaje de Sancho, reconociéndose la plena soberanía del Reino de Navarra.
Con el paso de los años, las actuaciones del Rey Sancho de
Navarra en los territorios vascongados causaron una creciente desafección en la
población y en la nobleza: ese rey pretendió aumentar el control directo en los
nuevos núcleos urbanos que fue creando (San Sebastián, Vitoria, c1180), enviando
a sus Tenentes navarros a gobernar, en detrimento del poder de los nobles
vascos, quienes protestaron alegando que las medidas del Rey navarro lesionaban
sus derechos reconocidos en el tratado de 1179. Como ejemplo, Juan Vela, Tenente de Álava que cuidaba en esas tierras por los intereses de Sancho el Navarro, se sometió con
toda su familia al dominio del Rey de Castilla.
En 1195 se recrudeció el peligro de los Almohades, que derrotaron al ejército castellano en la batalla de Alarcos, mostrándose dispuestos a ocupar toda la península Ibérica. El Rey de Castilla se alió con el de Aragón y pidió ayuda al nuevo Rey de Navarra, Sancho VII: pero éste pactó con el Califa Yusuf y empezó a hostigar a Castilla en sus fronteras a cambio de recibir de los almohades una gran suma de dinero anual. El Papa Celestino III intervino dirigiéndole una bula a Sancho de Navarra, y consiguió una paz efímera entre los “regibus ispaniarum”, los “reyes de las Españas”, entre los que estaba el de Navarra.
Al ceder la presión de los Almohades, Alfonso VIII de Castilla pactó con Aragón y con los nobles alaveses, acusando a Navarra de incumplir sus pactos (y declarando por tanto nulo el tratado firmado en 1179) y de aliarse con los sarracenos almohades. El legado papal excomulgó al Rey Sancho VII de Navarra, y en 1198 su reino fue invadida por dos ejércitos: el de Castilla y el de Aragón. El rey de Navarra, viéndose en apuros, pactó la paz con Aragón y viajó a Sevilla a pedir ayuda a los Almohades, solicitándoles que atacaran a Castilla; pero las disputas dinásticas internas de los musulmanes (por la muerte de Yusuf en 1199) impidieron que consiguiera un apoyo efectivo. Alfonso VIII controló fácilmente los territorios vascos que todavía no eran suyos, sin encontrar apenas resistencia salvo en Vitoria, ciudad que fue tomada en enero de 1200 tras un asedio. Los nobles vascos se adhirieron voluntariamente al soberano Castellano, quien pactó con ellos respetar sus posesiones y heredades, tal como había firmado en 1179 (al contrario de como había hecho el Rey de Navarra). Alfonso VIII veía así comunicadas por tierra sus posesiones peninsulares con Francia y con el Ducado de Gascuña (al norte de Navarra, que incluía lo que ahora se conoce como País Vascofrancés), del que era soberano consorte a raíz de su matrimonio con Leonor de Plantagenet (hija de los Reyes de Inglaterra y de Aquitania).
En marzo de 1201 se estableció
por fin la paz entre Castilla y Navarra, que fijaba las fronteras casi definitivas
entre ambos reinos: prácticamente coinciden con las actuales entre
Comunidades Autónomas, y sólo se modificaron un poco en 1212, cuando Alfonso VIII
donó varios castillos fronterizos a Navarra en agradecimiento por la valiosa ayuda
prestada por los navarros en la batalla de las Navas de Tolosa, en la que todos
los reinos cristianos unidos acabaron definitivamente con la hegemonía de los
musulmanes en la península. El control de los territorios de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava fue
encomendado por el soberano castellano al Señor de Vizcaya, Diego López II deHaro.
En 1195 se recrudeció el peligro de los Almohades, que derrotaron al ejército castellano en la batalla de Alarcos, mostrándose dispuestos a ocupar toda la península Ibérica. El Rey de Castilla se alió con el de Aragón y pidió ayuda al nuevo Rey de Navarra, Sancho VII: pero éste pactó con el Califa Yusuf y empezó a hostigar a Castilla en sus fronteras a cambio de recibir de los almohades una gran suma de dinero anual. El Papa Celestino III intervino dirigiéndole una bula a Sancho de Navarra, y consiguió una paz efímera entre los “regibus ispaniarum”, los “reyes de las Españas”, entre los que estaba el de Navarra.
Al ceder la presión de los Almohades, Alfonso VIII de Castilla pactó con Aragón y con los nobles alaveses, acusando a Navarra de incumplir sus pactos (y declarando por tanto nulo el tratado firmado en 1179) y de aliarse con los sarracenos almohades. El legado papal excomulgó al Rey Sancho VII de Navarra, y en 1198 su reino fue invadida por dos ejércitos: el de Castilla y el de Aragón. El rey de Navarra, viéndose en apuros, pactó la paz con Aragón y viajó a Sevilla a pedir ayuda a los Almohades, solicitándoles que atacaran a Castilla; pero las disputas dinásticas internas de los musulmanes (por la muerte de Yusuf en 1199) impidieron que consiguiera un apoyo efectivo. Alfonso VIII controló fácilmente los territorios vascos que todavía no eran suyos, sin encontrar apenas resistencia salvo en Vitoria, ciudad que fue tomada en enero de 1200 tras un asedio. Los nobles vascos se adhirieron voluntariamente al soberano Castellano, quien pactó con ellos respetar sus posesiones y heredades, tal como había firmado en 1179 (al contrario de como había hecho el Rey de Navarra). Alfonso VIII veía así comunicadas por tierra sus posesiones peninsulares con Francia y con el Ducado de Gascuña (al norte de Navarra, que incluía lo que ahora se conoce como País Vascofrancés), del que era soberano consorte a raíz de su matrimonio con Leonor de Plantagenet (hija de los Reyes de Inglaterra y de Aquitania).
Referencia: historia de Navarra en mapas. Gaztelugatxe está junto al cabo Machichaco, el punto más al norte de la costa vasca (se ve en el mapa, pero no está señalado). |
En ningún momento de la historia la nobleza vascongada
pretendió alcanzar un poder soberano, sino que siempre se consideraron
vasallos, pasando de obedecer a un rey a obedecer a otro con ciertas
condiciones, como era frecuente hacerlo en España y en toda la Europa
Occidental. Eso lo afirma el experto Luis Javier Fortún, en la pág. 484 de su
trabajo publicado en la Revista Internacional de Estudios Vascos el año 2000: Ver.
Ver la primera parte de este trabajo: Nacionalismo vasco y manipulación de la historia en Gaztelugatxe.
Ir a la tercera parte de este trabajo: Héroes independentistas que no existieron, en una Euskadi que nunca fue independiente.
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