Este texto ha sido presentado al concurso literario de historias de miedo Zenda-libros (Ver bases).
Tengo miedo a confundir mis sueños con la realidad.
También tengo miedo a no controlarme: a permitirme a mí
mismo hacer cosas que sé que no debo hacer, porque están mal.
Y tengo miedo a no distinguir el bien del mal, lo mejor de
lo peor.
A creerme superior, el mejor, invencible, perfecto… A creer
que siempre tengo razón.
A enfadarme.
A enfadarme sin motivo.
A enfadarme sin motivo.
A enfadarme desproporcionadamente, y a que mi enfado me haga
causar heridas a otros, y lo empeore todo.
Tengo miedo a no hacer todo lo razonable para ayudar a los demás.
A convertirme en un ser insensible ante tantas calamidades.
A no desear y buscar siempre lo mejor para los que amo por
miedo a tener que sufrir por ello.
A sucumbir aplastado ante el peso de las desgracias ajenas,
o de las propias, quedando destrozado.
A perder la oportunidad de conservar una amistad de las que
valen la pena.
Tengo miedo a que se rompan las relaciones con las personas
a las que amo, especialmente las que llenan mi vida con cercanía e intimidad.
Tengo miedo a que la gente que hace algo mal se libre del justo castigo que se merece.
A dejar de luchar por la justicia.
A sufrir injusticias.
A dejar de luchar por la justicia.
A sufrir injusticias.
A creerme todo lo que me digan, todo lo que repitan otros,
sin tener siempre un punto de desconfianza crítica.
A que mis seres más queridos que son creyentes sean
conscientes de que no tengo fe y se disgusten.
A no luchar por lo que es justo, a no exigir lo que me
pertenece cuando debo hacerlo.
A dejar de dedicar tiempo a tratar de mejorar el mundo.
Tengo miedo a que las cosas que están mal no se arreglen, y a no hacer lo posible para conseguirlo.
Tengo miedo a que las cosas que están mal no se arreglen, y a no hacer lo posible para conseguirlo.
A que gente indigna que se cree que va a mejorar las
cosas tome las riendas del poder y las empeore.
A que el miedo al fracaso, a pensar que lo que yo pueda hacer no va a servir para nada, me impida hacerlo. Y que me paralice esterilizando mi vida.
A hacer demasiado caso a los que me dicen que tengo que
tener miedo.
A descuidar a mi familia por querer hacer tantas cosas que
considero importantes.
A descuidar mi preparación, mi formación, mi atención, todo
lo necesario para poder hacer bien mi
trabajo.
A no darme cuenta, de manera al menos suficiente, de la belleza
y de la bondad que me rodea. Y a no agradecerlo.
A perseguir metas inútiles que me hagan perder el tiempo; o
a perderlo sin perseguir ninguna meta.
Tengo miedo a sufrir más dolor del que creo que puedo
aguantar.
Y a que mi cuerpo se estropee, a que sufra una enfermedad
que me impida seguir mi camino antes de tiempo.
Tengo miedo a morirme antes de hacer realidad o dejar encauzados los proyectos
principales que tengo pendientes.
Y a morirme sufriendo sufrimientos evitables e inútiles.
A no controla mis miedos y volverme loco.
A no ganar suficiente dinero para vivir y para facilitar que
mi familia, mis hijas, crezcan en buenas condiciones.
Tengo miedo a no poder ayudar más a tantos que lo necesitan.
A que la perspectiva y el peso del trabajo que
me queda por hacer me lleve a huir de él: y a no ser capaz de superar ese
impulso.
A olvidar demasiado o no estar lo suficientemente atento, y que
eso me lleve a volver a cometer errores que cometí.
A no aprender de mis errores.
A no aprender de los errores de los demás.
A no aprender de los errores de los demás.
A caer en las garras de cualquier vicio y perder el control.
A herir o fallar a alguien y no pedirle perdón, y a no hacer
el firme propósito de intentar no volver a hacerlo.
A considerara a cualquier persona como objeto, cuerpo, cosa,
dinero… y no como la persona que es.
A no organizar bien mis prioridades.
Tengo miedo a tener miedo a la realidad.
A no tratar de influir lo que pueda en mejorar el clima en
el que vivo, y no sólo el clima meteorológico.
A no contribuir en lo que pueda a corregir el desequilibrio
que padece este mundo: las desigualdades entre hermanos, los excesos y la
violencia, las injusticias y el daño al planeta…
A no proteger a los que lo necesitan cuando pueda hacerlo, y
a no denunciar lo que exige ser denunciado, especialmente cuando alguien abusa
y se aprovecha de las necesidades de los demás, del dolor ajeno.
A desunir lo que debe estar unido. A hablar cuando debo
estar callado. A no decir lo que tenga que decir.
A creerme el mejor al escuchar elogios, incluso cuando sean
justos y no interesados.
A creerme inservible y fracasado al comprobar mis errores
o percibir las críticas, incluso cuando sean justas y proporcionadas.
A no estar atento a las críticas, y a no aceptarlas y
valorarlas adecuadamente.
Tengo miedo a no tener miedo de perder el miedo a todas
estas cosas.
Estos son mis miedos. Son los miedos que están conmigo.
Pero no me dan miedo: sé que los tengo, y en el fondo me
siento a gusto con ellos... porque me ayudan a ser mejor cada día.
Por eso son miedos que quiero compartir contigo.
Son miedos que todos podemos tener. Que te invito a tener.
Son miedos que todos podemos tener. Que te invito a tener.
Que nos pueden hacer reaccionar... contra el mal: contra el Miedo.
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