Para él
quedó meridianamente claro que todas mis actuaciones médicas fueron correctas,
y que en ningún caso fueron factor de agravamiento o causa de la amputación de
la pierna. Todos los médicos especialistas que han estudiado el
caso, salvo los que intervinieron “comprados”, pagados por la acusación, o los
amigos del cirujano vascular Manuel Lores, que le encubren, llegan a la misma
conclusión.
Ese médico me ha pedido, por el interés científico del caso, que le haga un relato del mismo y de los errores que llevaron a la amputación.
Preámbulo: Imaginaros que salgo de una habitación dejando allí a una persona a la que acabo de atender, que no tiene en ese momento ningún problema grave, y que poco después entra allí otro médico que trata a la persona y comete un grave error que acaba con la vida de esa persona. Pero ese médico llama a la familia y les cuenta que cuando él entró en la habitación su familiar ya estaba prácticamente muerto, que no pudo hacer nada por salvarle: y afirma que lo que prococó la muerte fue un gravísimo error médico que yo había cometido cuando estuve en la habitación con la persona. Y se gana la confianza de la familia y les asegura que yo soy un asesino, y se inventa pruebas que me incriminan... Se monta un escándalo en la prensa y todo el mundo cree su versión, y nadie piensa que él haya podido ser el responsable. Y la justicia, focalizada, me considera culpable desde el primer momento, y solo investiga lo que yo hice, y no acepta que se investigue nada de lo que hizo ese otro médico, ni que declaren otros médicos que vieron a la paciente viva y sana antes de que llegara a la habitación el verdadero culpable...
Yo estoy convencido de que en este caso ha pasado eso (cambiando persona por pierna). El cirujano vascular Dr. Manuel Lores dio todas las armas y facilidades a la familia y a su abogado para que me pudieran acusar y condenar, para que pudieran conseguir fácilmente una indemnización millonaria, inventándose una película de ciencia ficción en la que me coloca en el papel de malo y despiadado (o ignorante) asesino. Y desde los medios de comunicación se me condenó y linchó, al presentarme como el único sospechoso y culpable, y ser el único acusado. Y ese médico (me cuesta llamarle así, le considero indigno de recibir ese nombre, no solo por su error sino sobre todo por sus mentiras y su calumnia) lo hizo porque esa era su mejor coartada: la forma más segura de no tener que responder por sus errores.
En el juicio se demostró que ese cirujano vascular actuó incorrectamente, se equivocó en el diagnóstico, cometió un error en la operación que hizo, y después introdujo datos falsos en sus informes para inculparme calumniosamente. Sin embargo la jueza me ha condenado, y a pesar de admitir en su sentencia que tiene “dudas más que razonables” sobre el estado de la pierna el tercer día (que fue cuando se realizó el traslado de un hospital al otro), decidió creer la versión de ese cirujano vascular, y me ha achacado no sólo un error diagnóstico (dice que yo no sospeché ni me di cuenta de que se había producido una isquemia, cuando realmente mientras yo estaba a cargode la paciente no tuvo isquemia, y ha quedado probado), sino que además hace un juicio de valor equivocado al afirmar que actué negligentemente, de forma reiteradamente imprudente, y que demostré -según ella- que no me importaba lo más mínimo lo que le pasara a la paciente ni a su pierna (algo que no es cierto y que es desconcertante, de lo que ni la propia familia me había acusado).
Los jueces no son infalibles y considero que en este caso no se han valorado las pruebas que demuestran que mis actuaciones fueron correctas, que estuve atento en todo momento y procurando lo mejor para la paciente, que en mi hospital nunca se produjo isquemia (y las pruebas objetivas lo demuestran), y que la amputación final no se debió a nada que yo hiciera o dejara de hacer. Lógicamente mis abogados han presentado un Recurso, y sigo confiando en que se imponga la verdad y se haga justicia: y no pararé hasta lograrlo.
Si ese cirujano vascular hubiera actuado correctamente y no tuviera nada que ocultar, no habría tenido que falsificar sus informes, cambiando el diagnóstico que hizo el radiólogo de su propio hospital, tratando de ocultar que la zona de la arteria donde hizo el bypass era una zona lesionada. Ese cirujano vascular también reconoció que no leyó los informes que acompañaban a la paciente en el traslado, y que no vio las imágenes de los dos angioTACs que se hicieron antes de operar: esa conducta sí que se puede considerar imprudente; y es razonable pensar que eso fue lo que le llevó a equivocarse en su diagnóstico y en el sitio donde tenía que haber hecho el bypass. Confundió una parálisis neurológica con una parálisis por isquemia, y creyó equivocadamente que se había producido una sección de la arteria poplítea (e insiste en ello en sus informes a pesar de que no es verdad) y que por tanto la tercera porción de esa arteria estaba sana: pero la lesión afectaba a toda la tercera porción, como demuestran las pruebas objetivas, algo innegable pero que ese cirujano vascular y los peritos pagados por la acusación se empeñan en negar (e incomprensiblemente la sentencia les da la razón, cuando es un hecho objetivo que no es cierto lo que dicen). Tras la operación de intento de bypass que hizo y no funcionó, apareció isquemia: dejó de llegar sangre al pie; y dos días después, el sexto tras el accidente, tuvo que amputar la pierna. Y ese cirujano vascular, Manuel Lores, tratando de encubrir su error, escribió después en sus informes datos que no eran ciertos, afirmando que la pierna cuando llegó a su Hospital estaba morada, y que justo tras el accidente ya se había producido isquemia y dolor muy intenso, y otras cosas más, un cúmulo de falsedades y contradicciones que todas las pruebas objetivas (incluidos los angioTACs mencionados, y varias fotografías), y testimonios de todo el personal que estuvo atendiendo a la paciente, demuestran que no dice la verdad... Verdad que tarde o temprano se tendrá que imponer.
Relato del caso:
Como
consecuencia de la caída fuera de la cama elástica donde hacía saltos mortales (sin la presencia de ningún monitor),
la paciente sufrió en su rodilla derecha graves e importantes lesiones articulares y
neurológicas (que le provocaron también una parálisis). Eso ocurrió el 26 de
febrero de 2015, un jueves por la tarde. Ingresó en mi Hospital esa noche con
el diagnóstico inicial de fractura de peroné. El día siguiente por la mañana le expliqué que la semana siguiente le operaríamos las lesiones ligamentosas y las fracturas de la rodilla, cuando bajara la inflamación; pero esa tarde, tras hacer ese día dos
Resonancias Magnéticas (que entre otras cosas no mostraban trombosis de la arteria, y sí demostraban paso de contrate a la pierna, pierna que no presentaba datos clínicos de lesión arterial), le realicé en quirófano una operación en la rodilla (de descompresión
del hematoma y del edema de la musculatura de la parte alta de la pierna). La anestesia fue raquídea (epidural), los anestesistas no vieron que hubiera ninguna complicación, y la evolución fue buena. La circulación se estaba controlando con observaciones
clínicas y con un aparato de pulsioximetría, que mostraba valores normales (llegando a 98%) en los dedos del pie, lo que -avalado por refrencias bibliográficas- descartaba lesión (ver referencias sobre pulsioximetría aplicadas al caso). El dolor fue disminuyendo de día en día. Pero el
domingo a medio día, tras hacer en quirófano la cura de la operación y cambiar la férula de yeso que tenía, disminuyó parcialmente la saturación de oxígeno registrada, lo que me hizo sospechar una posible lesión vascular: y
entonces solicité un angioTAC para valorar la circulación. La prueba se hizo esa tarde a
las 20:30 horas, y el diagnóstico fue de una patología poco frecuente: una lesión
de la pared interna (íntima) de un segmento de la arteria poplítea, producida por
estiramiento en el momento de la caída, que se había mantenido larvada y sin
dar síntomas hasta que se produjo un coágulo intraarterial (un trombo), y entonces dejó de pasar sangre
por esa arteria; pero ese mismo angioTAC demostraba que la pierna tenía también
abundante circulación colateral que mantenía la llegada de sangre al pie e
impedía la isquemia (que es la falta de llegada de sangre y oxígeno a una zona
del cuerpo, algo que cuando se produce y se mantiene varias horas ocasiona la muerte o necrosis de los tejidos). Nada más saber el resultado consulté
el caso con el que probablemente es el mejor cirujano vascular de Galicia, el
Dr. Ignacio Lojo, quien acudía ocasionalmente a operar a mi Hospital: el Dr.
Lojo se hizo cargo del caso, e indicó que hiciéramos el traslado de la paciente
el día siguiente, lunes, a su Hospital (Clínica Quirón), donde él la operaría.
Después de tres días la situación era estable, no había ningún dato de isquemia
y lo que había que hacer era un bypass o puente venoso: y era más importante
hacerlo bien que hacerlo a toda prisa y mal.
Desgraciadamente, el lunes por la
mañana la compañía de seguros del gimnasio obligó a cambiar el destino de la
paciente, y ordenó que la mandáramos al hospital Povisa. Hablé por teléfono con
el cirujano vascular de ese Hospital, Manuel Lores, quien no quiso atender mis
explicaciones alegando que estaba muy ocupado (esos días tenían serios conflictos en Povisa, el día del traslado había una asamblea de trabajadores, y el personal estaba denunciando falta de atención a los pacientes, y el portavoz del Comité dijo "ahora mismo el hospital es un caos" Ver, Ver), y me dijo secamente que le
mandara a la paciente, que él ya sabía lo que tenía que hacer… Esa tarde operó
a la paciente. Pero el bypass que hizo no funcionó. Después hemos sabido que hizo mal esa operación. Al día siguiente la paciente estuvo en la UCI, donde aparecieron los primeros signos inequívocos de isquemia, y dos días más tarde, el miércoles, tuvo que amputar la pierna. Y
para exculparse, Manuel Lores mintió y falsificó informes, y me echó a mí la
culpa de la amputación.
La realidad de lo que pasó allí se expresa en este texto (redactado -con mi colaboración- por un médico del equipo asesor del despacho de abogados que me defiende, que participó como perito en el juicio), creo que de manera bastante
comprensible:
Errores, contradicciones y mentiras de Manuel Lores, el médico que amputó la pierna a la gimnasta de Vigo.
1. Manuel
Lores trabajaba en Povisa como cirujano vascular. Natural de Cuba, ya tenía 65
años cuando atendió a la paciente Desirée Vila y le amputó la pierna el 4 de
marzo de 2015. Se jubiló dos meses después de esa “brillante actuación”. Manuel
Lores cometió tres tipos de errores: 1) de
diagnóstico (al creer que la pierna estaba en isquemia y que la parte
final de la arteria poplítea estaba sana), 2) de tratamiento (al hacer el bypass a una zona lesionada de
la arteria poplítea, lo que condicionó que no funcionara) y 3) de ética (al mentir a la familia y a todos, al
calumniar y acusar al Dr. Larrauri, y al falsificar sus informes para tratar de
encubrir sus errores).
2. Lo
primero que hizo mal fue no querer atender las explicaciones telefónicas del Dr.
Larrauri y no leer los informes que acompañaban a la paciente en el traslado.
Lo reconoció en sus declaraciones en el juicio: que no leyó esos informes, y
que tampoco vio las imágenes del angioTAC que le habían hecho la tarde anterior,
y que le enviaron en la ambulancia. Afirmó prepotentemente que le bastaba con
su vista y con su instinto de cirujano vascular para saber todo lo que pasaba y
lo que tenía que hacer.
3. Pero se
equivocó. Porque cuando el lunes al medio día atendió a la paciente en Povisa y
vio que no movía el pie, que lo tenía paralizado e inclinado hacia abajo (lo
que se llama “pie equino”), creyó que era debido a que llevaba varios días sin
recibir sangre, y por eso escribió “pie equino por isquemia severa”. Manuel
Lores debió leer por encima el informe del angioTAC hecho en El Castro y creyó
que la paciente había sufrido una sección de la arteria poplítea en el momento
del accidente, y que desde ese momento, más de tres días y medio antes, ya se
había quedado sin sangre, y que por eso estaba paralizado. Lo que no sabía
(porque no escuchó al Dr. Larrauri ni leyó los informes) era que en este caso la
causa de la parálisis era que en la caída se había producido un estiramiento agudo
de los nervios de la rodilla: no era un “pie equino isquémico”, sino un “pie
equino neurológico”, que son cosas diferentes: cuando tras un traumatismo en
una rodilla aparece una isquemia (ausencia de llegada de sangre al pie) y pasan
más de seis horas y se produce un pie equino isquémico, lo único que hay que
hacer es amputar la pierna. Pero era evidente que no era ese el caso, y que
Manuel Lores se equivocó ya desde el principio.
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Copia del angioTAC.
Marcado con puntos, en rojo
se ve el trayecto del bypass que
hizo Manuel Lores, que termina en la
tercera porción de la arteria poplítea,
que estaba trombosada (y por eso no
tiene sangre: no se ve dibujada en
amarillo por el contraste). |
4. Manuel
Lores vio que el color de la pierna y del pie era normal, y que la temperatura
era normal, y que la paciente no tenía mucho dolor…, y eso le debió dejar muy desconcertado,
pues no cuadraba con un pie equino isquémico. Entonces decidió solicitar un
nuevo angioTAC, que realmente no era necesario porque ya se había hecho uno 15 horas
antes, y el diagnóstico estaba claro. Después dijo en el juicio que pidió ese
nuevo angioTAC por deformación profesional, porque no se fiaba de las pruebas
hechas en otro sitio. El nuevo angioTAC que se hizo en Povisa a las 14 horas del
lunes demostraba mejoría con respecto al de El Castro, y se seguía viendo
abundante circulación colateral y llegada de sangre al pie. Pero Manuel Lores
tampoco vio esas imágenes, y así lo reconoció en el juicio, contando que habló
por teléfono con el radiólogo Dr. Táboas, quien le confirmó que había una
obstrucción de la arteria poplítea.
5. A las
15:15 horas Manuel Lores empezó a operar a la paciente, convencido de que tenía
una sección de la arteria poplítea en su zona central, y de que por tanto la
zona final de esa arteria poplítea estaba sana. Pero eso no era cierto, y lo
hubiera podido comprobar viendo las imágenes de los dos angioTACs, que no vio.
Ya en quirófano comprobó que la pierna estaba bien, que los tejidos estaban
sanos, sin los signos de necrosis que hubiera producido una isquemia
prolongada: y por eso abordó la pierna por su cara interna y extrajo un
segmento de 20 ó 25 cm de la vena safena interna derecha, para usarlo para
hacer el bypass. Todo bypass es como un puente o tubería alternativa que debe
ir desde una zona arterial sana que esté antes de la lesión, hasta una zona
sana después de la lesión. Pero Manuel Lores realizó el puente con la vena
safena partiendo de la primera porción de la arteria poplítea (que sí que estaba
sana) y llegando a la tercera porción de la arteria poplítea (que no estaba sana,
aunque él creía que si lo estaba). Por eso cuando abrió esa zona se encontró
con que no salía sangre: porque estaba ocupada por un coágulo. Si hubiera ido
dos o tres centímetros más abajo, después de la bifurcación de la poplítea,
hubiera encontrado arterias sanas con sangre y con buen calibre (en concreto,
el segmento arterial llamado tronco tibio-peroneo, tal como demostraban las
imágenes del angioTAC hecho una hora antes): pero en la poplítea que él abrió solo
encontró un trombo. Ante este hallazgo Manuel Lores no supo reaccionar bien, y
se empeñó en hacer el bypass en ese sitio: lavó el interior de la arteria (con
lo que impulsó los trombos hacia abajo), y al encontrar un poco de reflujo
realizó la sutura (llamada anastomosis) de la vena safena a la arteria poplítea.
Al terminar, abrió el bypass, y comprobó con alegría que funcionaba: pero en
unos minutos el bypass dejó de funcionar. El mismo escribió después: “Bypass se
ocluye precozmente”. Manuel Lores pensó que podía haber algún error en las
suturas y las rehízo, pero con el mismo resultado. También inyectó un
vasodilatador arterial para ver si aumentaba el calibre de las arterias, y
metió una sonda de Fogarty por si había coágulos en las venas de pierna y pie,
para desatascarlos: pero tampoco estaba ahí el problema y no consiguió ningún
resultado positivo. Tras más de tres horas de operación tiró la toalla y se fue
del quirófano. A continuación y sin despertar a la paciente se realizó otra
operación, pues Manuel Lores, como responsable de la paciente, antes de empezar
a operar le había pedido al traumatólogo de guardia, Dr. Otero, que al terminar
él su bypass pusiera un aparato de Fijación Externa (consistente en unos
tornillos largos anclados en el fémur y en la tibia, que se fijan por fuera de
la extremidad a un tutor o cuerpo del fijador, con lo que se mantiene la
rodilla estable, algo que era necesario en este caso debido a la grave
inestabilidad de esa rodilla que tenía fracturas de tibia y de peroné y rotura
de ligamentos).
6. Cuando Manuel
Lores salió del quirófano (a eso de las siete de la tarde, y dejó a su ayudante
suturando) habló con los padres de Desirée. Les dijo que había sido imposible
hacer un bypass que funcionara, afirmando que la pierna ya llevaba cuatro días
sin recibir sangre y estaba toda necrosada, muerta… y añadió que el Dr.
Larrauri no se había dado cuenta de eso y que la había trasladado demasiado
tarde, y que salvo que ocurriera un milagro en dos o tres días habría que
amputar la pierna… Fue entonces cuando la madre de Desirée llamó por teléfono al
Dr. Larrauri y le dijo llorando que iban a tener que amputar la pierna a su
hija por su culpa… El Dr. Larrauri quedó absolutamente sorprendido por esa
llamada, y trató de localizar a Manuel Lores: pero no le cogía el teléfono. Consiguió
hablar con él a través de la centralita del Hospital. ¿Qué ha pasado? Manuel
Lores le contestó que la pierna estaba muy mal y que el bypass había funcionado
5 minutos y después se había obstruido, y que lo había vuelto a intentar sin
que funcionara, y que solo quedaba esperar… El Dr. Larrauri mostró su asombro y
negó que la pierna estuviera mal, negó que tuviera isquemia: pero el Dr. Lores
le colgó el teléfono. Posteriormente no le cogió el teléfono ni respondió a sus
mensajes…
7. Manuel
Lores hizo un informe de la operación en el que mintió. Hizo el diagnóstico de
isquemia aguda severa irreversible de más de 80 horas de evolución. Ese un
diagnóstico contradictorio e imposible, pues tras seis o doce horas de isquemia
la pierna estaría morada o negra, con ampollas y úlceras: y en ese caso tendría
el mismo aspecto que la pierna de un muerto después de tres o cuatro días tras
su fallecimiento; y tendría que haber
sido amputada nada más llegar.
8. Tras las
dos operaciones, la paciente pasó al postoperatorio y a la UCI de Povisa. Allí,
esa noche, apareció un dolor intensísimo en la pierna, consecuencia de la
isquemia que acababa de comenzar. Allí se registró por primera vez palidez y
frialdad. Allí se detectó por primera vez que ya no se registraba señal de
llegada de sangre a los dedos del pie con el pulsioxímetro (que también lo usan
en Povisa, aunque Manuel Lores dijo que no servía para nada). También se detectó
(el anestesista de la UCI, Dr. Rey) que todavía había movilidad pasiva del
tobillo (lo que descartaba una parálisis isquémica, que produce rigidez, “rigor
mortis”), y que también persistía cierta sensibilidad en una zona del pie (lo
que también descartaba una isquemia completa de más de seis horas, que hubiera
anulado completamente la sensibilidad en todo el pie). (Además esa parálisis y
esa disminución de la sensibilidad tampoco eran isquémicas, sino neurológicas,
producidas en el momento de la caída por estiramiento de los nervios).
|
Las tres porciones de la arteria
poplítea (1P 2P y 3P), y se
marca en azul la localización
del trombo en este caso.
Se señalan los troncos distales:
TA tibial anterior,
TTP tronco tibioperoneo,
P peronea, TP tibial posterior. |
9. Manuel Lores
había creído que la zona distal (distal significa más abajo, más alejada del
centro del cuerpo), el final de la arteria poplítea, estaba sana, y por eso dirigió
y abocó la vena safena ahí, realizando en esa zona la anastomosis. Pero se
equivocó. Cuando escribió sus informes trató de ocultar su error, y por eso
falsificó en ellos (en el de la intervención y en el del alta) el verdadero resultado
del angioTAC de Povisa, escribiendo que la obstrucción de la poplítea no
afectaba a toda su zona distal, sino sólo a la “tercera porción proximal,
recanalizando en 3ª porción distal”. Eso es falso: no es lo que se ve en las
imágenes ni lo que escribe el radiólogo de Povisa Dr. Taboas, quien dejó muy claro
que toda la tercera porción de la poplítea estaba trombosada. La sangre del
bypass que hizo Manuel Lores salía a una zona donde la arteria estaba dañada, y por eso el bypass
fracasó: porque al abrirlo y empezar a entrar la sangre en la tercera porción
de la poplítea se produjeron turbulencias, y las plaquetas volvieron a
adherirse a la pared de la capa íntima dañada por el estiramiento, y se
desencadenó un proceso de “cascada de la coagulación”, formándose en poco
tiempo en el mismo lugar otro trombo o coágulo que obstruyó el bypass…
10. En su
informe de alta Manuel Lores insiste en decir que había una sección de la
arteria poplítea, basándose en el informe del angioTAC hecho por el radiólogo
de El Castro Dr. Fabbricatore, en el que escribe “hallazgos compatibles con
sección de arteria”. Pero Manuel Lores escribe que el angioTAC de El Castro
“demostró sección de la arteria poplítea en su segunda porción”. Eso no es
cierto. Realmente no era una sección, como el mismo radiólogo de El Castro
explicó después, y lo que realmente había era una detención del paso de sangre
en un segmento de la arteria que se correspondía con una oclusión por trombosis.
Si hubiera alguna duda el angioTAC de Povisa y su informe lo dejaba claro, pues
se habla de oclusión de la tercera porción de la poplítea y no de sección. Pero
a Manuel Lores le interesa aferrarse a que era una sección para tratar de
justificar por qué hizo su bypass a donde lo hizo.
|
Esquema del bypass que
hizo Manuel Lores. No
hay ninguna duda de que
suturó la vena safena
en plena zona de
trombosis, en la tercera
porción de la poplítea.
Por eso fracasó. |
11. Manuel
Lores mintió también en sus informes inventándose una historia clínica y una
exploración falsas, con lo que quería demostrar que la isquemia se había
producido tras el primer momento del accidente. El síntoma principal de una
isquemia (falta de llegada de sangre) es el dolor intensísimo en la pierna y el
pie, y por eso Manuel Lores escribió en su historia que la paciente, “desde el
instante de la caída comenzó con dolor muy intenso en la pierna”. Eso es
mentira, pues durante los tres días que pasó en El Castro tuvo dolor en la
rodilla, que se controlaba bien con calmantes habituales, y que fue
disminuyendo: y nunca tuvo dolor en la pierna ni en el pie. Como se ha dicho,
el martes, después de la operación de bypass, comenzó ese dolor por isquemia,
que no se calmaba con los analgésicos habituales, y que ahora estaba localizado en la pierna (el anestesista de Povisa Dr. Rey, responsable de la UCI, escribe que la paciente tiene "importante dolor en la pierna derecha a la palpación y a la movilización pasiva"), lo que obligó a los médicos de
la UCI de Povisa a poner esa noche seis ampollas de morfina y como a pesar de
eso no mejoraba, a colocar la mañana del martes (a las 10h) un catéter epidural para analgesia
mantenida. Manuel Lores reconoce en su informe: “Postoperatorio (del bypass y
fijador externo) con dolor severo que requiere analgesia a través de catéter
epidural para su control”: eso demuestra que el dolor de isquemia apareció horas
después de su fallida operación de bypass, en la que no solo no consiguió abrir
un puente de llegada de sangre, sino que además “se cargó” la circulación
colateral que mantenía la pierna sana, viable y bien oxigenada.
12. Manuel
Lores también se inventó que la pierna, cuando llegó a Povisa, estaba fría y azul
(“frialdad y subcianosis”, escribe: y después aclara en sus declaraciones que la
pierna estaba morada). En el juicio ha quedado claro que la exploración en el
Castro fue muy diferente, manteniendo la pierna durante todos los días buen
color y buena temperatura, y eso lo ratifican las fotos presentes en el
expediente y los testimonios de todos los facultativos médicos y enfermeros de
El Castro. En el juicio quedó claro que no era razonable ni creíble que en el
momento del traslado desde El Castro a Povisa, la pierna empeorara tal como
afirma Manuel Lores. Se puede sospechar y demostrar que miente, primero porque
comparando el angioTAC del domingo por la noche hecho en El Castro con el del
lunes al medio día hecho en Povisa hay mejoría de la circulación, lo que no
coincide con que se produzca un deterioro del color ni de la temperatura de la
pierna. Y a mayor abundamiento se puede demostrar que miente con la fotografía tomada
en el quirófano de Povisa entre la operación de bypass y la de Fijador Externo,
realizada a las 19:30 horas de ese lunes, seis horas después del traslado: esa
foto muestra un color de la pierna prácticamente normal o mínimamente afectado,
observándose que el primer dedo del pie tiene un color normal. Esa foto
descarta que hubiera una cianosis fija producida por una isquemia prolongada
más de seis horas. Esa foto demuestra que Manuel Lores miente, y así lo han dado
a entender varios peritos que testificaron en el
juicio y valoraron esa imagen. También es importante que ese martes el Dr Rey registra en dos ocasiones que el color de la piel de pierna y pie, en la UCI, era de palidez, y no aparece en sus informes la palabra cianosis: es imposible en este caso que el lunes al llegar a Povisa la pierna estuviera morada y el martes estuviera pálida: eso también demuestra que Manuel Lores mintió a afirmar que al llegar la pierna a Povisa estaba morada.
13. Manuel
Lores también miente o se equivoca al escribir que la pierna no tenía ninguna
sensibilidad por debajo de la rodilla. Debido a la lesión neurológica del
estiramiento inicial se había producido una disminución de la sensibilidad,
pero durante todos los días hasta después del traslado se mantuvo sin variaciones
cierta sensibilidad en el pie y tacto en su borde externo (dedos 4º y 5º). Como
se ha dicho, ese dato se sigue manteniendo en la UCI de Povisa, cinco días tras
el accidente, donde el anestesista Dr. Rey registra que una zona del pie
mantiene cierta sensibilidad (“en alguno de los dedos a nivel plantar”), algo
imposible en una isquemia prolongada irreversible.
14. Todas
estas anotaciones que Manuel Lores escribió como exploración física en
urgencias figuran en su informe de fecha 11/4/2015, nueve días después del
traslado. Es significativo que en la Hoja de Urgencias de Povisa que figura en
el expediente no consta ninguna exploración: la médico de guardia que recibió a
la paciente no anota nada en esa hoja (pero no fue citada a declarar en el
juicio, ni ella ni otros médicos de Povisa que la defensa del Dr. Larrauri pidió
que fueran citados, demostrando la jueza con esa decisión que el juicio no fue
justo y que se estaba encubriendo a Manuel Lores). Lo que sí sabemos viendo esa
Hoja de Urgencias (y las hojas de medicación de ese Hospital) es que la
paciente al llegar a Povisa no tenía dolor (no le ponen ningún calmante hasta
esa noche después de la operación), lo que también demuestra que no tenía isquemia.
15. Manuel
Lores también se empeñó en afirmar que no había ninguna circulación colateral, o
que si la había era insignificante. Eso es lo contrario a la verdad, reconocida
por todos los peritos, algo demostrado por los datos clínicos y por las
imágenes del angioTAC. Incluso el perito judicial cirujano vascular Dr. García,
que apoya y encubre a Manuel Lores falsificando sus informes (ver), afirma que se
sorprendió al ver la abundante circulación colateral que tenía la paciente en
el angioTAC. A Manuel Lores le interesa defender la falsedad de que no había
circulación colateral para justificar que cuando se hizo el traslado ya no
había nada que hacer por salvar la pierna. Manuel Lores se empeña en tratar de
defender que no había circulación colateral en el hecho de que al abrir la
tercera porción de la poplítea no obtuvo reflujo: pero como se ha dicho, la
causa de no obtener reflujo era que estaba entrando en una zona lesionada y
trombosada, algo demostrado pero que se empeña en no reconocer, como parte de
su falsa coartada. Si hubiera hecho su arteriotomía (corte en la arteria para
colocar allí el bypass) dos centímetros más distal, más abajo, en el tronco
tibioperoneo, es seguro que hubiera obtenido reflujo abundante.
16. Manuel
Lores reconoce en su informe que todos los análisis eran normales. Como él bien
sabe (y explicaron las Forenses y también los peritos que dijeron la verdad en
el juicio) cuando se produce una isquemia y pasan seis horas los tejidos se
mueren (necrosis) empezando por los músculos, y liberan sustancias detectables
en la sangre del paciente. Pero en este caso no hubo elevación de ningún
parámetro que se hubiera elevado si realmente se hubiera producido isquemia prolongada
seis horas y necrosis. Los análisis hechos tanto en El Castro como en la UCI de
Povisa (el martes por la mañana) son normales, con potasio, creatinina,
pH… y todos los demás parámetros
normales. Lo que demuestra sin ninguna duda que no se produjo isquemia ni
necrosis durante la estancia de la paciente en El Castro. Si se hubiera
producido necrosis muscular por isquemia (y por tanto un pie equino por
isquemia severa, como afirma equivocadamente Manuel Lores) el tobillo estaría
rígido, debido al rigor mortis, pero el anestesista de la UCI lo descarta al
registrar el martes en su informe que hay movilidad pasiva del tobillo. Es una
grave incongruencia, incompatible con la verdad, decir que había isquemia en
presencia de análisis normales, y lo grave es que no es Manuel Lores el único
que lo defiende, sino también las Forenses y la Jueza, quienes se creen la
mayoría de las mentiras de Manuel Lores, por absurdas y contradictorias que
resulten.
17. Cuando Manuel
Lores describe su actividad asistencial (que lo hace después de su fallida
operación de bypass) también miente: “Se traslada inmediatamente a la paciente
a quirófano para intentar revascularizar la pierna derecha”, escribe. Pero eso
no es cierto, no fue inmediatamente, pues la paciente llegó a Povisa a las
13:30 (el ingreso administrativo se realiza a las 13:38h), y no fue hasta las
15:15 horas cuando el cirujano vascular comenzó su operación (según se anotó en
el libro de quirófano). Antes de llevarla a quirófano Manuel Lores solicita un
nuevo angioTAC, que realmente no era necesario (y que supone radiar la paciente
innecesariamente, lo que es un delito, y someterla al riesgo de complicaciones
que conlleva la realización de esa prueba). El nuevo angioTAC se comenzó a las
14 horas, y además Manuel Lores reconoció en sus declaraciones que no vio las
imágenes, que simplemente habló por teléfono con el Dr. Taboas quien le
confirmó que había una obstrucción de la arteria poplítea. Cuando se le
preguntó que por qué pidió un nuevo angioTAC si operar era tan urgente, afirmó
que no se fiaba de las pruebas realizadas en el otro Hospital, y añadió que no
se perdió nada de tiempo en hacerlo, porque “el angioTAC se hizo a las dos
menos diez, y a que a las dos ya estaba yo en quirófano operándola”. Como ya
hemos dicho, ese horario no es cierto, y no fue a las dos cuando Manuel Lores empezó a operar, sino pasadas las tres: el registro de quirófano demuestra que miente.
18.
Volviendo a la operación, cuando Manuel Lores entró en esa zona dañada de la
arteria poplítea, su tercera porción, que estaba ocupada por trombos, empujó
esos trombos al torrente circulatorio, a las arterias de la pierna. Consciente
de eso, empleó posteriormente una sonda de Fogarty para tratar de extraer
coágulos distales, cuando es seguro que al principio de la operación no había
coágulos distales, como demuestra el angioTAC de Povisa, pues el Dr. Taboas
acaba su informe diciendo “resto del estudio arterial sin alteraciones”. Si
Manuel Lores usó la sonda de Fogarty fue porque era consciente de que él mismo
había provocado una embolización de coágulos, perjudicando y obstruyendo la
circulación distal.
19. Todo
bypass debe ir de zona sana a otra zona sana. Pero este iba a una zona dañada. Y
en vez de cambiar el bypass a una zona más distal, sana, Manuel Lores escribe
en su protocolo de quirófano que “revisa ambas anastomosis” (la distal y la
proximal, aunque la proximal no sabemos por qué) “sin lograr que el bypass
funcione”. Aunque en ese informe da a entender que revisó las suturas sólo una
vez, después a los anestesistas de Povisa les dijo que las había revisado tres
veces, y en el juicio (en fase de Instrucción) declaró que las había revisado dos
veces. Está claro que al hacer esas tres declaraciones solo estaba diciendo la
verdad una vez, y las otras dos veces estaba mintiendo. Aunque en el fondo
revisar las anastomosis una, dos o tres veces daba igual, porque no estaba ahí
el problema (como explicó muy bien en el juicio el cirujano vascular Dr. I. Lojo). Pero Manuel Lores pensaba que él no podía equivocarse.
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El cirujano vascular Dr Lojo, de la
Clínica Quirón, afirmó en el juicio que
él hubiera actuado de otra manera:
poner primero el Fijador
Externo, usar la safena de la otra
pierna, y realizar la salida del bypass
a la arteria tibial posterior, tal como
se puede ver en este esquema. |
20. Cuando Manuel
Lores trata de explicar por qué no funcionó el bypass se inventa que la arteria
poplítea y los troncos distales (las arterias de la pierna) tenían un “espasmo
severo irreversible”. Esa expresión es contraria a la lógica, pues por definición todo espasmo
es reversible. Pero en cualquier caso la realidad era otra. La arteria poplítea
en su tercera porción no tenía ningún espasmo, sino que tenía alterada la pared
íntima y estaba ocupada por un trombo. Y los troncos distales (tibial anterior,
tronco tibioperoneo, peronea y tibial posterior) no tenían espasmo, y se veían en el angioTAC permeables, rellenos de sangre, y especialmente la arteria tibial
posterior que se veía de calibre normal o incluso mayor que la misma arteria de la
otra pierna, y llegando al pie, y dando ramas arteriales menores en él. Manuel Lores se sigue inventando justificaciones para el fracaso
del bypass, afirmando que “no funcionó claramente por ausencia de salida distal
o runoff”, cuando las imágenes de los angioTACs demuestran que es absolutamente falso que no hubiera runoff, y específicamente en el angioTAC realizado en Povisa una hora antes
de comenzar la operación se ven las tres arterias principales de la
pierna permeables, y así lo confirma en su informe el Dr. Taboas.
21. Como se
ha dicho, antes de entrar en quirófano Manuel Lores le dijo al traumatólogo de
guardia de Povisa que iba a hacer un bypass, y que al terminar pusiera un
fijador externo para estabilizar la articulación. Así lo hizo el Dr. Otero,
comenzando su operación a las 19:30 y terminando a las 20:40. Es evidente que
el Dr. Otero no hubiera puesto un fijador externo a una pierna en isquemia
irreversible, necrosada o sin posibilidades de sobrevivir.
22. En su
informe del día 11/3/2015 Manuel Lores refleja claramente que informó a los
familiares de la necesidad de amputar después de terminar su operación, y no
antes (lo cual concuerda con que la madre de la paciente llamara al Dr.
Larrauri poco después de las siete de la tarde, llorando y acusándole de ser el
culpable). Sin embargo la versión de Manuel Lores y de la familia ha cambiado,
y en el juicio afirmaron todos ellos que a las tres (antes de entrar en
quirófano) Manuel Lores ya le había dicho a la familia que era imposible salvar
la pierna… ¿Por qué entonces la madre llamó al Dr. Larrauri a las siete y no a
las tres? ¿Por qué si era imposible salvar la pierna se le sometió a una
anestesia y a dos operaciones esa tarde?
23. Manuel
Lores cometió otro error, pues según consta en los protocolos de tratamiento
para este tipo de lesiones, siempre hay que colocar primero el Fijador Externo
y hacer después el bypass, para proteger la sutura arterial y de los
movimientos propios de la inestabilidad de la rodilla. Todos los peritos que
han participado en el juicio, incluso los de la acusación, lo han afirmado,
dejando en evidencia que Manuel Lores actuó incorrectamente.
NOTA: Aquí había una foto de la pierna de la paciente tomada en el Quirófano de Povisa, el cuarto día tras el accidente, cuando la paciente ya llevaba 6 horas en ese Hospital y acababa de ser operada por el cirujano vascular (quien se equivocó e hizo mal el ByPass, siendo el responsable de que se produjera la isquemia, y de que dos días más tarde él mismo tuviera que amputar la pierna). Cualquiera que vea esta foto
puede asegurar que esa pierna no está en isquemia (sin que le llegue sangre), pues en ese caso todo el pie estaría cianótico (azul morado).
En este caso se puede ver el primer dedo del pie con una coloración normal: es una aberración afirmar que esa pierna está en isquemia desde tres días antes, como afirmaron las Médicos Forenses, mintiendo o demostrando que estaban ciegas u obsesionadas con mi culpabilidad, y que no tienen ni idea de medicina, ni siquiera sentido común, pues no hace falta ser médico para entenderlo. Desgraciadamente, los Jueces tampoco han querido reconocer la verdad.
La foto se ha retirado a petición de la paciente.
24. El
martes en la UCI de Povisa el anestesista Dr. Rey le pidió a Manuel Lores que
hiciera algo para intentar salvar la pierna. El Dr. Rey escribe: “Se solicita
nueva valoración por parte de cirugía vascular que desecha cualquier nueva
posibilidad de revascularización dado el tempo de evolución de la isquemia con
el que llega a nuestro centro y de los múltiples intentos de revascularización
realizados ayer en quirófano”. Es curioso que el anestesista pidiera esa
valoración, que no la haría si tuviera claro que la pierna estaba en isquemia
desde hacía cinco días. Recordemos que los análisis de potasio y de creatinina
y de otros parámetros, hechos ese día, eran normales, por lo que aún no había
necrosis muscular. Y según anota el propio Dr. Rey ese día el pie tenía palidez
y no cianosis, y conservaba cierta sensibilidad, y la parálisis no era rígida… todo
lo cual descartaba isquemia irreversible. Pero Manuel Lores decidió no hacer
nada, y ni siquiera pidió un nuevo angioTAC para ver si había alguna
posibilidad de hacer algo.
25.
Posteriormente y en sus declaraciones judiciales Manuel Lores también mintió
afirmando que en el momento del accidente se había producido una luxación y
rotura de todos los ligamentos de la rodilla (eso es falso), y que se había
roto la arteria (eso es falso), y afirmó tajantemente que desde ese momento no pudo
detectarse pulso (cuando seis médicos y cuatro enfermeros sí que palparon pulso en El Castro)
ni llegaba sangre al pie (los registros de pulsioximetría y los angioTACs
demuestran que sí llegaba), y afirmó que la pulsioximetría no sirve para nada (que
es lo contrario de lo que afirma y demuestra la ciencia médica, como ha sido
demostrado en el proceso con abundante bibliografía, contra la que Manuel Lores
solo presenta su opinión y decir que sus manos son mejores para detectar pulso
que cualquier aparato) y termina asegurando que seis horas después del
accidente ya no había nada que hacer para salvar la pierna: eso lo consideran
falso o incorrecto todos los peritos, los judiciales y los de la defensa,
incluso las médicos Forenses y la jueza, y solo le dan la razón a Manuel Lores
(en ese aspecto, que a las seis horas ya no había nada que hacer) los peritos de
la acusación, a los que pagó el abogado de la acusación para apoyar lo que
afirmaba Manuel Lores (pues la acusación se basa y fundamenta en el testimonio
interesado y en las mentiras de Manuel Lores).
26. En esa misma
línea, Manuel Lores afirmó también en los juzgados que la pierna llegó a Povisa
con todos los tejidos muertos, necrosados, porque llevaba (según él) 80 horas
de isquemia, sin recibir sangre. Sin embargo Manuel Lores no fue capaz de
explicar por qué pudo entonces usar la vena safena de la pierna derecha, que
según lo que acababa de decir tendría que estar también deteriorada o necrosada,
y sin embargo pudo hacer con ella un bypass que funcionó unos minutos, y
rehacer tres veces (según les dijo a los anestesistas de la UCI) las
anastomosis entre esa safena y la poplítea, algo que hubiera sido imposible con
una vena en mal estado. Solo respondió que usó esa vena porque eso es el “gold
standard”, el patrón oro, lo que siempre se hace… Pero todos los peritos que
han hablado de esto han explicado que si se sospecha necrosis parcial en la pierna
se debe usar para hacer el bypass la vena safena de la otra pierna. Que Manuel
Lores usara la vena safena de la pierna derecha es una contradicción absoluta con
todo lo demás que dice, y deja en evidencia que mintió.
27. Cuando
terminó su operación Manuel Lores se dio cuenta de que no sólo no había
conseguido hacer un bypass que funcionara, sino que además, con sus
manipulaciones quirúrgicas, se había cargado la circulación colateral que
había: y fue consciente de que la situación iba a empeorar, y se iba a producir
una isquemia que iba a obligar a hacer una amputación. Y entonces, para
exculparse, ideó el plan de echarle la culpa al Dr. Larrauri, engañando a la
familia y mintiendo, afirmando que iba a tener que amputar la pierna porque el
Dr. Larrauri no se había dado cuenta de que la pierna llevaba 4 días sin recibir
sangre… Pero para cumplir su inicuo
objetivo tuvo que falsificar informes y mentir, incurriendo en múltiples
contradicciones que le delatan… Es indudable que Manuel Lores mintió reiteradamente
en hechos objetivos, y lo más razonable es pensar que lo hizo para exculparse a
sí mismo de sus graves errores, que fueron los responsables de que se
interrumpiera la circulación de la pierna de Desirée Vila, y de la amputación.
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Imágenes de otros pacientes que dejan claro cómo se ven las extremidades cuando hay
isquemia aguda (Ref.) En el caso que estamos analizando, el aspecto de la pierna
(textura, color, temperatura...) fue muy diferente, completamente normal durante todo el
ingreso en El Castro y las primeras horas en Povisa, y hay fotos tomadas en los dos
Hospitales, presentes en el expediente judicial, que lo demuestran sin ninguna duda. |
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Esquema genérico de un bypass en el que se ve que el injerto venoso
(Graft, en azul) tiene que ir desde una zona sana previa a la obstrucción
(Blockage, en amarillo) hasta una zona sana más allá de la lesión.
Lo que hizo Manuel Lores es precisamente
lo que no se debe hacer si que quiere que el bypass funcione.
Todos los peritos, hasta los de la acusación, han dicho lo mismo:
si se hace el bypass a una zona dañada, el bypass fracasará.
Y por eso mismo fracasó el bypass que hizo Manuel Lores. |
PD: Si cito con libertad el nombre de Manuel Lores es porque es de dominio público su intervención en el caso. Por ejemplo en este texto de una noticia de Faro de Vigo (VER) se le cita, diciendo que la sentencia consideran que sus actuaciones fueron correctas... pero eso no es cierto.
PD2: En sus declaraciones a la prensa (que se pueden ver en la siguiente imagen
de esta noticia en Faro: Ver) Manuel Lores también miente descaradamente. Se atreve a decir que cuando yo le llamé el lunes por la mañana para decirle que le trasladaba a la paciente yo "ya sabía que la pierna estaba perdida" (eso dice Manuel Lores). Que diga esa mentira (y puedo asegurar que es mentira pues él dice que yo pensaba algo que de ninguna manera pensaba, sino que pensaba lo contrario) demuestra su cinismo. Lo que Manuel Lores dice es absolutamente falso: la pierna no tenía isquemia, y lo único que tenía que hacer un cirujano vascular era un bypass que puenteara la lesión y saliera en una zona sana... Algo que no hizo Manuel Lores, y que puede considerarse la principal causa de la amputación.