Estos días he podido oír varias críticas sobre el diseño y la construcción del nuevo Hospital de Vigo (inaugurado en verano de 2015 y bautizado como Álvaro Cunqueiro): un médico se quejaba de los errores cometidos al planificar mal los laboratorios y el banco de sangre, y la disfunción que les causaba; una trabajadora de cocina me contó los problemas que tienen en su zona de trabajo, el frío que pasan...
He repasado el escrito de protesta que en febrero de 2016 firmaron 300 profesionales sanitarios del Hospital (VER) sobre los problemas encontrados al empezar a trabajar allí, que incluían "defectos estructurales y de circulación en las instalaciones".
También he consultado las denuncias que los médicos de Urgencias del Cunqueiro presentaron al Sergas en febrero de este año 2017 (VER) quejándose no solo de déficit de personal sino de problemas debidos a la estructura del servicio, reclamando ocho boxes nuevos, una sala de médicos, espacio para los pacientes pendientes de ingreso, un pasillo que comunique la entrada con el acceso a hospitalización, tres puestos informáticos y varios espacios más...
Está claro que se han cometido demasiados errores y se ha actuado irregularmente: y los últimos responsables de todo ello son los políticos, en este caso los del PP de la Xunta de Galicia con su presidente Alberto Núñez Feijóo a la cabeza, que encargaron las obras no a los mejores arquitectos, a especialistas con experiencia, sino a sus amigos o recomendados...
El arquitecto del Hospital se llama Luis Vidal: un experto en aeropuertos que pretendía hacer en Vigo "un hospital aeroportuario" (Ver)... Cuando hizo el proyecto del Hospital de Vigo no había hecho ningún otro Hospital: había ayudado en 2008 a otro arquitecto (Ramón Araujo) a hacer el Infanta Leonor de Vallecas, y estaba en marcha su proyecto del hospital de Ibiza (Can Misses de 250 camas) que se inauguró en verano de 2014. Hace un año el Sr. Vidal ofrecía una entrevista en El Mundo titulada "Luis Vidal: el señor de los aeropuertos" (VER), y decía: "Una de nuestras grandes responsabilidades es hacer edificios a los que la gente quiera volver": pues que sepa que en Vigo ha quedado autocalificado como un irresponsable, pues ni los trabajadores están a gusto en su edificio, ni por supuesto los enfermos quieren volver...
Los ciudadanos tenemos derecho de sospechar y suponer (debido al historial de corrupción y opacidad de los partidos tradicionales, PP y Psoe) que esos políticos actuaron buscando no lo mejor y el bien común, sino su propio beneficio, económico o de otros tipos, por ambas partes...
Que ocurran cosas como ésta, y no sólo en este caso ni sólo en Vigo, demuestra que tenemos un grave problema, que nuestra sociedad tiene un lastre: los políticos gastan más y hacen las cosas mal. Y ésto sólo se arreglará con políticos nuevos que concedan cualquier obra pública o concesión a quien demuestre ser el mejor (empresa, arquitecto o lo que sea), procediendo con absoluta transparencia, y basándose en criterios técnicos y no ideológicos ni de favoritismos. Mucho nos queda por trabajar en ese sentido, pero hay que conseguirlo.
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