Se ha leído y comentado mucho estos días el tuit que ha escrito una madre de Barcelona contando lo que le ha pasado en el grupo de WhatsApp de padres del Colegio de sus hijos.
En ese grupo cinco padres o madres mantenían en su perfil un lazo amarillo (signo de separatismo y del apoyo a los golpistas del "Procés" que están siendo juzgados, o que han huido de España).
La madre puso en su perfil el icono de la bandera de España.
Y cuatro de esas cinco personas le bloquearon.
El comentario es sincero: "nosotros aguantamos cosas que ellos nunca aguantarían". Se refiere sin duda al apartheid, la constante discriminación que sufren en Cataluña todos los españoles que se sienten españoles y se atreven a manifestarlo.
No es legítimo ser separatista y realizar acciones ilegales contrarias a la unidad de España.
Pero sí es legítimo y respetable ser nacionalista y actuar en ese sentido sin incumplir la ley, luchando por ideales nacionalistas, sin discriminar a los que no piensan lo mismo que ellos y respetando a todos...
Pero desgraciadamente cada vez más nacionalistas son intolerantes y odian a España y a todo lo español: los profesores (nacionalistas en su gran mayoría) se lo inculcan a los niños catalanes en las escuelas, se presenta a la población el nacionalismo como la única opción aceptable, se falsea la historia y la realidad, y se amenaza (de manera explícita o implícita) a cualquiera que pretenda no ser nacionalista, o no hablar catalán, con sufrir las consecuencias de no ser nacionalista...
Y algo parecido pasa en Galicia, Euskadi, Valencia, Navarra, Baleares...
En España tenemos un problema político y de convivencia: cada vez más nacionalistas son intolerantes y xenófobos, odian a los españoles como los del KKK o los blancos de Sudáfrica odiaban a los negros, como los nazis odiaban a los judíos... La buena noticia, la esperanza, es que esos odios se han ido superando. Pero hay que aplicar un buen tratamiento.
PD: La parábola del hermano independentista: VER.
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