jueves, 13 de febrero de 2020

Reflexiones de un médico sobre la eutanasia voluntaria.

   1. Cuando decimos eutanasia nos estamos refiriendo a la eutanasia voluntaria: el acto realizado por un médico que pone fin a la vida de un paciente que lo ha solicitado expresamente por el sufrimiento que padece o por sus circunstancias vitales.
   2. No voy a hablar aquí ni de omisión o suspensión de tratamientos médicos inútiles (que no prolongan la vida sino la muerte), ni de actos realizados sin el consentimiento del paciente.
   3. Y no me parece tampoco adecuado emplear la expresión "muerte digna" al hablar de la eutanasia, pues da a entender que las demás muertes son indignas. La muerte forma parte de la vida, y un dicho afirma que "se muere como se vive": y si se ha llevado una vida digna lo normal es que la muerte sea digna, y viceversa... Aunque puede haber excepciones.
   4. En nuestra sociedad ya se practica habitualmente la eutanasia pasiva, ayudando o dejando morir a los pacientes con una "sedación paliativa terminal", lo que ya ha sido regulado y reconocido como un derecho en las llamadas "Leyes de muerte digna" de varias Comunidades.
   5. Pero de momento es ilegal la eutanasia activa, la eutanasia propiamente dicha, que siempre es voluntaria por parte del paciente, y activa por parte del médico.
   6. Tanto la eutanasia pasiva como la voluntaria son dos procedimientos muy similares: en ambos casos lo realiza un médico, que introduce por vía venosa unos fármacos que inducen un sueño placentero; y poco después de esa inyección el paciente muere. En el caso de la eutanasia pasiva la muerte se produce en los siguientes días y como consecuencia de la enfermedad que tenía el paciente (que muchas veces estaba calificado como paciente en estado terminal). En el caso de la eutanasia voluntaria el paciente muere en unos minutos y como consecuencia de la acción de los fármacos inyectados, que provocan una anestesia profunda y una parada cardiaca.
   7. Ambas eutanasias acortan el sufrimiento del paciente: pero mientras la eutanasia pasiva todo el mundo la considera un acto médico humanitario, la eutanasia voluntaria, que acorta todavía más el sufrimiento, es equiparada por algunos con un homicidio. Y hasta ahora es penado por la ley como tal. Y creo que hay que cambiar el chip y poner remedio a esta situación...
   8. Distintas ideologías -especialmente las creencias religiosas cristianas- han llevado a una situación legal que impide la eutanasia voluntaria, y exige que se mantenga con vida a todo aquel individuo que alega que su sufrimiento es intolerable, su agonía prolongada, su vida un sinsentido... y que por todo ello quiere morir y así lo solicita... Si alguien ayuda a morir a ese individuo comete un delito.
   9. El artículo 143 de nuestro Código Penal condena hasta a 10 años de prisión a todo aquel que colabore de manera activa en la muerte de otra persona, lo que se suele llamar "ayuda al suicidio", un acto en el que quien se quita la vida es el propio individuo que muere, y no un médico. Y la Ley también prohíbe y criminaliza la eutanasia, esto es, el causar la muerte a quien lo pida por padecer una grave enfermedad terminal o que ocasiona graves padecimientos, cuando el paciente no quiere o no puede causarse la muerte a si mismo, aunque en ese caso el delito es penado con un máximo de seis años de prisión.
   10. Los legisladores que hicieron esas leyes consideraron que "lo bueno" (¿bueno para quien?) es no hacer nada para que alguien muera antes de que "le llegue su hora". Hay unas ideas tradicionales que sin duda influyeron para que legislaran así: pensar que adelantar la muerte es ir contra la naturaleza, que es algo malo, que provocar la muerte siempre es un delito, y que legislar la eutanasia puede provocar abusos... Los creyentes también consideran un grave pecado adelantar la muerte antes de que Dios decida que ha llegado su hora, y siguen pensando que la eutanasia es una grave ofensa contra su Dios...
   11. Sin embargo nuestra sociedad ha progresado, y vamos superando el paternalismo del Estado o de la Iglesia, que nos dicen lo que está bien y lo que debemos hacer. Se van imponiendo las ideas liberales de John Stuart Mill: los individuos son libres de hacer aquello que deseen, siempre que no perjudiquen a otros, y el Estado sólo puede actuar contra un individuo si éste hace daño a otros.
   12. En el ejercicio de su libertad cada individuo puede tomar las decisiones que considere mejores en el ámbito de la soberanía y autonomía que tiene sobre sí mismo, sobre su propio cuerpo y mente, incluso en el caso de que esas decisiones le perjudiquen. Hasta la moral cristiana lo reconoce, como parte del libre albedrío. La vida es un derecho, pero no puede ser considerada -e impuesta- como un deber. No parece razonable ni es justo obligar a nadie a tener que agonizar, víctima de alguna enfermedad grave, o a vivir en contra de su voluntad.
   13. Ninguna ley puede impedir que las personas que quieran se suiciden (de hecho en España se producen cada año alrededor de 4.000 suicidios, mucha más muertes que las producidas por accidentes de tráfico). El problema aparece cuando alguien, de manera sensata y razonada, solicita ayuda para dejar de vivir, como he dicho porque no quiere o no puede hacerlo por si mismo. Y ahí aparece la necesidad de la eutanasia voluntaria, que cada vez se va convirtiendo en un derecho reconocido en más países.
   14. ¿Acaso no sacrificamos a nuestras mascotas cuando vemos que sufren y su situación no tiene remedio? Nos dicen que las personas son distintas, son sagradas. Serán lo distintas que decidan los legisladores, que representan a los ciudadanos (al menos en cierta medida). Cada uno es libre de considerar sagrada la vida o no, pero la vida de cada persona no es propiedad de la Iglesia ni de ningún poder humano o divino. Ningún creyente puede exigir a un no creyente que cumpla un mandatos de un Dios en el que no cree, porque que algo sea sagrado o no depende de las creencias que cada uno tenga...
   15. ¿Puede equipararse la negación de la eutanasia a la tortura? Cuando una persona se encuentra en una situación en la que considera que lo mejor para ella es la muerte, si no puede conseguir ese objetivo por sus propios medios puede pedir ayuda; y si alguien no permite que le ayuden a morir, los responsables de esa negativa estarían prolongando y aumentando su sufrimiento: sería como torturarle, sería un trato inhumano. Por eso se puede decir que la Constitución Española defiende el derecho a la eutanasia, cuando establece en su artículo 15 que nadie en ningún caso podrá ser sometido a tortura ni a penas o tratos humanos o degradantes.
   16. La eutanasia pasiva ya está más o menos regulada con la figura del testamento vital y con los protocolos médicos de sedación terminal. Hace falta sin duda una Ley efectiva de Cuidados Paliativos. Pero ese es otro tema y no debe mezclarse con la regulación de la eutanasia. Los políticos que cuando se habla de eustanasia cambian de tema y sacan a colación los cuidados paliativos, demuestran que son unos mediocres y que no tiene argumentos para oponerse a la eutanasia.
   17. La sociedad y nuestros gobernantes tienen una deuda pendiente con los pacientes que libremente deciden y piden morir, por motivos razonables, y con los médicos que quieren poder ayudar legalmente a esos pacientes. Por eso es muy necesaria una ley que regule la eutanasia activa. De hecho muchos nos preguntamos por qué llevamos tantos años sin tenerla... Y es indudable que la gran mayoría de los españoles (el 87% según un estudio de Metroscopia) estamos a favor de la eutanasia.
   18. Se ha publicado que en los Países en los que la eutanasia no está regulada (como en España) se practica de manera clandestina y sin control, y en algunos casos se pueden realizan eutanasias sin solicitud expresa del paciente. Una ley de eutanasia ofrece las garantías para que eso no ocurra. Nadie quiere que se someta a eutanasia a quien no cumpla los requisitos legales que se especifiquen, o a quien no la quiera y elija prolongar su sufrimiento por los motivos que sean.
   19. Esa futura ley de eutanasia que se ha empezado a tramitar recientemente en el Parlamento español debe contemplar también el derecho a la objeción de conciencia del personal sanitario que no quiera intervenir en la eutanasia. Porque aunque en el debate no pueden imponerse creencias religiosas, se deben respetar.
   20. Un santo católico, Santo Tomás Moro, declarado Doctor de la Iglesia, escribió una obra llamada Utopía donde plasmaba su concepción de una sociedad cristiana perfecta (o lo más perfecta posible), y en la que defendía que los propios sacerdotes recomendaran y bendijeran la práctica de la eutanasia a los enfermos incurables y que sufrían. Tomás Moro es, desde el año 2000, el Patrón de los Obispos y Gobernantes, por decisión del Papa Juan Pablo II: y ese Santo inglés defendía que la vida merece ser vivida mientras se viva con calidad. Si la vida se convierte en una carga para los demás y una tortura personal, especialmente a causa de una enfermedad incurable y penosa, de la senectud, etc., entonces la vida pierde su valor, y en ese caso Tomás Moro aconseja optar por la muerte voluntaria...
   21. La eutanasia está aprobada en Holanda y Bélgica desde hace dieciocho años. Es cierto que el suicidio asistido se permitía antes en Suiza, desde 1941, y en el Estado de Oregón de EUA desde 199; pero Holanda fue el primer País en contar con una Ley de Eutanasia, vigente desde el 1 de abril de 2002; desde entonces se llevan a cabo allí entre 2.500 y 3.000 procedimientos anuales de eutanasia, que suponen cerca del 2% de las muertes, sin que de año en año se haya producido un gran aumento de casos, como algunos temían. Bélgica también legalizó la eutanasia en 2002, unos meses después que Holanda, y algunos expertos consideran la legislación belga el modelo más adecuado para seguir en España.
   22. Lo que está claro es que nuestros legisladores deben aprovechar toda esa experiencia. Las leyes en esos Países establecen que la eutanasia sólo se puede aplicar cuando la propia persona, en pleno uso de sus facultades, ha indicado reiteradamente su deseo de no continuar vivo. Este deseo debe ser comunicado de forma oral y escrita a un médico. La petición es estudiada por un equipo que hace un dictamen. Se debe demostrar que existe una enfermedad grave e incurable, o que hay un sufrimiento físico o psíquico constante e insoportable sin perspectiva de recuperación. Todos los casos son registrados y controlados en una Comisión de evaluación de la eutanasia. Una persona que sufre demencia no puede solicitar la eutanasia. Los hijos no tienen ningún poder de decisión sobre la terminación de la vida de sus padres. Los hospitales no están autorizados a terminar con la vida de un paciente de forma autónoma. Los extranjeros no pueden acogerse en esos países a la ley de eutanasia. La muerte por eutanasia se considera a todos los efectos muerte natural.
   23. Una corriente actual de opinión sanitaria incluye la eutanasia entre los "cuidados paliativos integrales": cuando un paciente, a pesar de recibir el mejor tratamiento posible continua experimentando la vida como insoportable, entonces la eutanasia es lo mejor que el equipo sanitario puede proporcionar al paciente y a sus seres queridos. Pese a algunas reticencias iniciales, cada vez en más Hospitales y Residencias asistidas regidas por la Iglesia Católica en Bélgica se aplican protocolos de eutanasia.
   24. Se siguen debatiendo los requisitos legales para acceder a la eutanasia en algunos casos, como en pacientes no terminales" (la muerte no es inminente), o cuando el motivo es el de sufrimiento psíquico (en esos casos las legislaciones vigente exigen mayor control y debe transcurrir al menos un mes desde la petición), al igual que cuando se pretende aplicar la eutanasia a menores de edad (legalizada sólo en Holanda). Nadie tiene la verdad y la última palabra en este tema, y se puede argumentar a favor y en contra con razones y respeto, pero esas dudas o diversidad de opiniones no puede impedir que se redacte una ley y se apruebe por votación de nuestros legisladores parlamentarios, que son elegidos democráticamente.
   25. El filósofo Fernando Savater expone en su libro Etica y Ciudadanía interesantes ideas sobre la eutanasia: "Pienso que las personas tenemos derecho a suicidarnos cuando la vida no nos merece la pena, o lo creemos así. Como decía Séneca, "patem portas": la puerta está abierta. En la vida, si uno no quiere seguir en el mundo, tiene la puerta abierta...". "Sin embargo las decisiones en bioética no son fáciles, no se puede recurrir a una autoridad única, y es inconveniente tomar actitudes tajantes". "Una persona para la cual, por dolores, sufrimientos, etc., la vida ha dejado de merecerle la pena, o que tiene que estar reducido a una situación meramente vegetal, o que es nada más que una fuente de dolor y preocupación para los que le rodean y para sí mismo, y no tiene ningún panorama de mejora, creo que tiene derecho a pedir ayuda para dejar de vivir". "Pero aunque se despenalice la eutanasia, cada caso de eutanasia seguirá siendo un problema para una persona moralmente sensible". Y también ha dicho Savater : "Las leyes no resuelven el problema moral, que es un asunto de cada ciudadano en particular". Suscribo todas esas ideas de Savater.
   26. Optar por la eutanasia voluntaria en algunos casos puede ser también un acto de caridad y de generosidad para con la familia propia y para la sociedad, para evitarles a ellos también sufrimientos y gastos.



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