domingo, 27 de noviembre de 2022

Carta abierta al escritor Arturo Pérez Reverte (de un bloqueado en twitter).

Estimado don Arturo. 

Si no le tuviera en gran estima no me molestaría en escribirle. Espero que pueda leer estas letras. Seré breve.

Acabo de comprobar que usted me ha bloqueado en Tuiter. Me ha sorprendido desagradablemente, y revisando el historial he deducido que lo pudo hacer por un tuit en el que yo reaccionaba a unas declaraciones de una nueva Académica de la RAE,  y les pedía a los Académicos que defendieran a los hablantes del español, y terminaba el tuit pidiéndoles que no fueran cobardes. (Copio abajo).

En el tuit incluía al final su cuenta de Tuiter (igual que la de Hablamos Español HE) con el propósito de que se enteraran -tanto Vd como HE- de mi protesta. Me temo que usted interpretó que yo le llamaba cobarde. Solo le escribo para que sepa que no le considero un cobarde, sino todo lo contrario. Y siento el error, no haberme explicado bien, evitando así que usted se sintiera insultado, nada más lejos de mi intención.

Le saluda y felicita por su trabajo: Pedro Larrauri.

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PD: pongo las capturas de los tuits:


A ese tuit añadí otro, refiriéndome inicialmente a la académica en cuestión.




Hoy he escrito este tuit y me he enterado de que estoy bloqueado. 



viernes, 25 de noviembre de 2022

Historias de la consulta. Cataluña, 1936: el médico que estuvo a punto de ser asesinado por ir a Misa.


He atendido a una mujer que me ha contado retazos de su vida y de la de su difunto marido, una emotiva historia que quiero compartir.

Su esposo empezó a ejercer la medicina durante la Segunda República, en los años treinta. Y le destinaron como médico a un pueblo de Cataluña. Allí se instalaron y trataron de vivir en paz. Eran una familia religiosa e iban a Misa los domingos y otros días.

Por si alguien no lo sabe, los médicos se pueblo de aquella época hacían de todo: tratar enfermedades de niños y mayores, realizar cirugías, curar heridas y fracturas, hacer informes, atender partos...

Una noche alguien llamó insistentemente a la puerta de su casa. Era el máximo dirigente de un Sindicato o Agrupación Política del Frente Popular del pueblo vecino, que pidió por favor a mi marido que le acompañara a su casa para atender el parto de su mujer, porque el médico de su pueblo no tenía experiencia y el parto se había complicado. El protagonista de esta historia no tenía obligación de hacerlo, pero se desplazó inmediatamente al otro pueblo y sacó adelante a la madre y a su criatura.

Meses mas tarde estalló la guerra. Y pocos días después aquel sindicalista o político de izquierdas del pueblo vecino llegó a nuestra casa (esto me lo contaba la mujer, visiblemente emocionada) y nos dijo que esa noche una patrulla de milicianos iba a venir para matarnos. Mi marido no tenía ninguna ideología política, pero habían decidido asesinarle (no se si también a mi) simplemente porque éramos católicos e íbamos a Misa. Nos pidió que un rato después saliéramos con lo puesto, como para dar un paseo, porque nos estaban vigilando y si nos veía huir con equipaje nos matarían inmediatamente: y él nos esperaría con su coche en un lugar apartado, para llevarnos a la estación de tren más cercana donde podríamos coger un tren para escapar. Así lo hicimos y tras muchas vicisitudes conseguimos llegar a Galicia, donde vivían nuestras familias. Y salvamos la vida.

Meses después mi marido -sigue contando mi paciente- aceptó un puesto de médico en un Hospital de guerra, creo que en el frente del Ebro, donde se dedicó a curar a heridos y enfermos. Pero las condiciones de salubridad en aquel sitio eran muy precarias, y contrajo la tuberculosis. Y aunque regresó a Galicia, falleció uno o dos años después.

Aquí termina la historia. Con mi mayor reconocimiento a ese colega y héroe anónimo, y mi agradecimiento a su viuda por compartir conmigo su experiencia.

Mantengo la esperanza -y el sueño- de que consigamos hacer desaparecer la violencia, la intolerancia, la mentira, el despotismo y sobre todo la guerra. Honor a todas las víctimas de aquel sangriento enfrentamiento civil y fratricida... A todos menos a los que se comportaron como miserables asesinos, que los hubo en los dos bandos.

Control de milicianos a la salida de Barcelona.
Agosto de 1936. Foto de Robert Capa. 


martes, 22 de noviembre de 2022

Las mal llamadas humanizaciones de las calles de Vigo, una trampa que puede ser mortal.

Considero nefastas y peligrosas las reformas realizadas en muchas calles de Vigo estos últimos años. Han reducido los carriles de circulación y las plazas de estacionamiento, y dificultan aparcar, incluso en doble fila, para dejar o coger a algún pasajero (provocando atascos), lo que ha producido, como efecto pernicioso, el cierre de muchos locales de Vigo, comercios a los que ante los vigueses íbamos a comprar, pero que ahora no vamos por lo mal que está el trafico, y porque no hay sitio donde aparcar (salvo en los aparcamientos privados, que están muy agradecidos al Ayuntamiento, cuando no son socios...). El cierre de comercios en el centro de Vigo tiene mucho que ver con las reformas de sus calles, cínicamente llamadas "humanizaciones".

Pero lo que quiero destacar hoy es el peligro y la inseguridad que supone el estado actual de muchas de nuestras calles en las que solo se ha dejado un carril de circulación: ¿qué pasa cuando ocurre un accidente? Se produce un atasco, las ambulancias o los bomberos no puede llegar... Se pueden producir desgracias, incluso mortales, que se podían haber evitado.

Sirva como ejemplo gráfico de lo que digo estas dos fotos de la calle Zamora de Vigo, en la zona entre Povisa y Plaza de España. En la primera, tomada hace años, se ve que la calle tenía aceras estrechas pero suficientes, zona donde aparcar en línea en ambos lados, y dos carriles de circulación, dejando la opción de aparcar en doble fila (algo habitual en la entrada de urgencias de Povisa, y que no ocasionaba muchos atascos, y doy fe de ello porque trabajé en ese hospital 27 años). 


La segunda foto es actual, de la misma calle (un poco más arriba), tomada con motivo de un accidente de tráfico. Las aceras son anchas pero casi no se usan, la calle es de un solo sentido de circulación, y los aparcamientos en línea en ambos lados solo dejan en medio un carril estrecho, y la calle queda bloqueada con un solo vehículo que se detenga, averiado o accidentado (como en el caso que muestra la fotografía, con caída al suelo de un motorista).

La situación actual es peligrosa para los seres humanos, por lo que se puede decir que el Alcalde está deshumanizando las calles de Vigo, y parece que no le preocupa mucho la seguridad de los vigueses...