El concello más pequeño tiene 220 habitantes. |
La distinción entre conservadurismo y progresismo resulta actualmente más clarificadora que la desfasada distinción entre derechas e izquierdas.
Los conservadores están a gusto con lo que tienen, quieren mantener lo que han conseguido o heredado, y se muestran inquietos y reacios ante cualquier cambio o reforma.
Esa actitud podría ser aceptable para los que están acomodados en un nivel de vida alto y placentero. Pero cuando la mayoría de la sociedad está siendo golpeada por la crisis, ser conservador es sintoma de cierto grado de egoísmo, cobardía o estupidez.
Frente al conservadurismo y para salir de la crisis los progresistas proponen la búsqueda permanente del progreso social para mejorar la vida en común. Entre otras muchas ideas progresistas que Unión Progreso y Democracia ha plasmado en sus programas, fue el primer partido que pidió la fusión de municipios y la desaparición de las diputaciones. UPyD presentó esa propuesta en el Parlamento hace un mes, explicando que con la fusión de municipios de menos de 5.000 habitantes y la consecuente desaparición de las diputaciones (al desaparecer los micro-ayuntamientos ya no quedarían excusas para eliminarlas) se ahorrarían 14.000 millones de euros anuales. Pero todos los demás grupos políticos votaron en contra de la propuesta. Está claro que el PP prefiere arruinar a los ciudadanos subiendo impuestos antes que reducir gastos renunciando a su tinglado en ayuntamientos y diputaciones (y no hablamos de duplicidades autonómicas, fundaciones, consejeros, asesores,...).
España mantiene un modelo territorial del siglo XIX, y es el único País europeo que en los últimos 150 años no ha reducido el número de municipios. Por poner un ejemplo, Suecia pasó de 2.282 municipios a 286. Pero en España se mantienen 8.115 ayuntamientos, en los que "trabajan" 74.211 políticos, entre alcaldes y concejales (sin contar su corte de asesores y enchufados). Y más de la mitad de esos municipios no llegan a los 1.000 habitantes.
El Consejo de Europa ha recomendado la fusión o agrupación de municipios (en su informe afirman que si no llegan a 10.400 habitantes no podrán ser sostenibles o solventes), y una propuesta similar acaba de hacer el Tribunal de Cuentas español. Se han alzado voces cualificadas defendiendo las mismas propuestas que UPyD, y algunos políticos de otros partidos, incluso del PP, han hablado tímidamente sobre la necesidad de realizar esas fusiones. Pero en el fondo los políticos conservadores -y no sólo los del PP, sino todos los que quieren conservar sus puestos y sus privilegios en sus minifundios municipales- no quieren disminuir su bienestar personal ni sus cuotas de poder.
Quizá para distraer a la opinión pública de la críticas recibidas por el PP durante el reciente debate sobre el estado de la autonomía, Feijóo anunció, como si de algo muy importante se tratara, la fusión voluntaria de dos pequeños concellos gallegos. Es un vaso de agua para apagar un incendio. Pienso que hay que encarar el problema con más ánimo y decisión, y sin populismos ni electoralismo.
Si la fusión de municipios reporta beneficios económicos y sociales, si se consiguen mejores servicios con menos costes (pudiendo dedicar el dinero ahorrado a necesidades prioritarias), habrá que obligar a los conservadores recalcitrantes a renunciar a lo que quieren conservar a toda costa, y acometer cuanto antes esas fusiones. Y en un contexto de grave escasez presupuestaria no parece razonable afrontarlas como algo voluntario, sino que deben ser estudiadas y aprobadas por los gobiernos, y aplicadas por vía legislativa, de manera paralela a como deben promoverse las áreas metropolitanas y las mancomunidades, con obligado cumplimiento para todos, incluidos los alcaldes.
En 1900 Vigo tenía 20.000 habitantes; ahora 300.000. |
Según una propuesta de carácter técnico, de los 315 concellos que hay actualmente en Galicia -un tercio de ellos tienen menos de 2000 habitantes, y la mayoría están en situación de bancarrota- deberíamos pasar a tener sólo150 entidades municipales. Habrá que estudiarlo. Pero es una reforma progresista y necesaria que hay que afrontar sin pusilanimidad.
Probablemente algunos políticos locales y provinciales se resistan con todas sus fuerzas, desenterrando sentimientos identitarios y profetizando apocalípticas desgracias si las fusiones se llevan a cabo: y en el fondo todos sabemos que la clave del problema es que por cada 2 ó 3 concellos que se fusionen sobrarán 1 ó 2 alcaldes, y un número importante de concejales. Y esos neo-caciques locales que ven peligrar sus "chollos" presionarán a los altos cargos de sus partidos políticos para que no defiendan las fusiones.
Pero estoy seguro de que al final el progresismo se impondrá al conservadurismo.
Atinada reflexión sobre el sorprendente predominio de lo irracionalidad y lo caciquil en la vida pública. No puedo compartir, aunque me gustaría, el optimismo con el que el autor termina el artículo. Al final son los ciudadanos los que deciden y en sus últimas decisiones (Valencia, Asturias o Andalucía) veo motivos de preocupación. Incluso pienso que precisamente la defensa de estas ideas sensatas, obvias e internacionalmente reconocidas tiene algo que ver con la escasa, a mi juicio, presencia de UPyD en las Instituciones Públicas. Las decisiones de los ciudadanos en política no son racionales. Siendo consciente de ello es más fácil combatirlo.
ResponderEliminarUn artículo que muestra las diferentes visiones, a favor y en contra, con el problema de las competencias impropias de los municipios (se encargan de cosas para las que no tienen dinero)
ResponderEliminarhttp://www.elcomercio.es//v/20120422/politica/demasiados-municipios-20120422.html