Este artículo ha sido publicado hoy en Faro de Vigo: ver. |
La Xunta sabía que no tenía competencias para hacer lo que hizo, porque modificar el catálogo de medicamentos corresponde al Ministerio de Sanidad, y es algo que debe aplicarse por igual en todo el Estado. A Feijóo le dio igual y se empeñó en promulgar y mantener su Decreto. La Conselleira de Sanidade, la Dra. Farjas, hizo unas declaraciones (que podrían aceptarse en un político pero no en una médico) afirmando que la Xunta no había retirado ningún medicamento, engañando a la población al confundir medicamento con principio activo (ver). El Gobierno central recurrió el Decreto gallego ante el Tribunal Constitucional (ver), pero poco después decidió aplicar en todo el Estado unas medidas más moderadas de prescripción de genéricos, facilitando a los laboratorios que redujeran los precios de los medicamentos de marca, igualándolos a los de los genéricos. El nuevo Decreto Ley que entró en vigor en otoño del año pasado empezó a aplicarse en toda España: así se minimizaron los problemas, y sobre todo se dejó de discriminar a los ciudadanos gallegos.
Es muy fácil conseguir la austeridad bajando sueldos de funcionarios, subiendo impuestos, recortando en sanidad, en dependencia, en educación, en becas de comedores, en políticas de empleo... Pero Feijóo no ha buscado la austeridad en los gastos políticos ni en las obras faraónicas, y no ha querido reducir asesores, gastos de propaganda, chiringuitos, fundaciones, diputaciones, micromunicipios y otras entidades inútiles, corruptas y ruinosas. A todos esos menesteres ha debido dedicar Feijóo los 100 millones que dijo que se había ahorrado en medicamentos, y no a sanidad, pues su partida presupuestaria ha disminuido un 12%, y la situación sanitaria es ahora peor que hace 3 años (a pesar de los datos falsos y manipulados que publica la Xunta) (ver).
Feijoo y Farjas, un peligro para la salud de los gallegos. |
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