jueves, 26 de junio de 2014

Carlos Mnez. Gorriarán (nº 2 de Rosa Díez) y Francisco Sosa Wagner (eurodiputado de UPyD) denunciaron proféticamente la corrupción y la falta de democracia interna que impera dentro de UPyD.

   He denunciado en este Blog los trucos que usa el Consejo de Dirección de UPyD para saltarse las garantías que otorgan los Estatutos del partido y poder purgar a los afiliados que se atreven a criticar (VER), además de exponer 40 Tesis que demuestra la corrupción en UPyD (VER) y la fraudulenta falta de democracia interna (VER) que hace que UPyD tenga el "record del mundo" en abandono de afiliados (VER).
   En ese sentido me ha parecido profético, premonitorio y esclarecedor, lo que escribieron al respecto tanto Carlos Martínez Gorriarán (uno de los fundadores, considerado el número 2 de UPyD), como su cabeza de lista de las europeas, el eurodiputado Francisco Sosa Wagner; y debe tenerse en cuenta que escribieron esos textos antes de fundar UPyD y antes de afiliarse, respectivamente.
   Estoy de acuerdo con ellos, y si fueran honrados deberían reconocer que todo lo que criticaban de los otros partidos políticos está ocurriendo dentro de UPyD (con el agravante de que UPyD presume de ser un partido diferente, transparente y democrático).
   Primero, tres párrafos de "La democracia en los partidos" (VER), artículo que Carlos Martínez Gorriarán dedicó a Rosa Díez, publicado en ABC en marzo de 2006. (Negrita y subrayado míos):
1- "Los partidos están estructurados de modo que un pequeño aparato de dirección, organizado en círculos concéntricos de poderío decreciente y dependencia creciente del aparato central, gobierne sin oposición sobre un gran número de afiliados y administre, también sin oposición, un número todavía mayor de votos considerados como simples cheques en blanco extendidos a un portador al que no es posible pedirle cuentas hasta las siguientes elecciones."
2- "Las constituciones democráticas instituyen un sistema de contrapesos entre los distintos poderes que tiene la misión de frenar, compensar o corregir la tendencia a concentrar la decisión en un número muy reducido de personas, con el consiguiente incremento del abuso, la arbitrariedad y la corrupción. En realidad, un sistema democrático no es aquel donde la corrupción o los abusos sean imposibles, como piensan los afectados por el síndrome de Peter Pan, sino un sistema que permite perseguir y depurar esas conductas con garantías jurídicas. El mismo sentido tiene la limitación constitucional de competencias gubernamentales, y la preservación de los derechos inalienables -de las personas, no de los colectivos- para limitar la intromisión del legislativo y el poder judicial en las vidas privadas. Pues bien, nada de eso funciona o cuenta en los partidos políticos, donde los aparatos disfrutan de un poderío comparable al casi omnímodo de un concilio medieval: definen la doctrina y la herejía a erradicar, emiten anatemas e indulgencias y proclaman excomuniones irrevocables."
3- "Es cierto que los estatutos de los partidos garantizan muchos derechos a los militantes e imponen numerosas limitaciones a los cargos, pero la inexistencia de competencia interna en forma de oposición reconocida, y la coincidencia de las funciones de juez y parte en los mismos círculos de poder, suelen dejarlas en nada. Todos los esfuerzos se dirigen a reforzar el monolitismo y a excluir a los disidentes, prioridad que a la larga redunda en el empobrecimiento intelectual de los cargos partidarios, cooptados entre la afiliación más sumisa y más ansiosa de disfrutar la carrera política que sólo el partido -el aparato- puede darle."
   Y de colofón, unas declaraciones de Francisco Sosa Wagner publicadas en enero de 2009, cuando era catedrático de Derecho de la Universidad de León, y antes de que fuera elegido por Rosa Díez para llegar a ser el primer eurodiputado de UPyD (puesto a dedo como cabeza de la lista, a pesar de no ser afiliado), en la revista Temas para el Debate (VER). En respuesta a la pregunta ¿Qué derechos y deberes debe reconocer un partido a sus militantes o afiliados?, Sosa Wagner respondía:
- "Los Estatutos de los partidos reconocen derechos e imponen deberes a sus militantes. Pero estos parecen ser como las "Declaraciones constitucionales" de aquellos países que las tienen como decorado del teatro político, pero que carecen del menor interés por observarlas en la práctica. El deber fundamental de todo afiliado debe ser el de respetar el credo ideológico básico de la concreta organización y su derecho más fundamental el de criticar las concretas estrategias de los dirigentes para poner en práctica el ideario. Y hacerlo con la máxima libertad y sin miedo a represalias. Lo que observamos es justamente lo contrario: partidos que dan granes bandazos en sus estrategias y en sus tácticas, a veces en poco tiempo, en cortos períodos, y en los que sin embargo no se oye la menor crítica o discrepancia ni de sus militantes ni de muchos de sus cuadros. Cuando esto ocurre es que algo  -y algo muy fundamental- falla en esa organización."
   Está claro que ambos hablaban de cómo es UPyD actualmente. Y parafraseando a Rosa Díez: hay muchos afiliados de UPyD que no son de UPyD y no lo saben (porque el actual UPyD ha traicionado sus principios, y ya no es una buena alternativa para los que ansiamos una regeneración de la democracia).




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