sábado, 13 de junio de 2015

In memoriam: Manuel Novoa. Reflexiones ante un suicidio inexplicable.

(Este artículo ha sido publicado hoy en Faro de Vigo: Ver en edición digital)

Muchas coronas de flores en su
entierro, el pasado viernes en el
cementerio de Alcabre, en Vigo.
   ¿Es importante conocer los motivos que llevan a un suicida a cometer ese acto de autodestrucción? Si nos encontramos con alguien que va a suicidarse y le preguntamos ¿por qué lo vas a hacer?, responda lo que responda sus razones no nos convencerán: no hay ninguna razón suficiente, ningún motivo lógico. No tiene explicación.
   Alguno podrá pensar que lo ocurrido se debió a un momento de enajenación mental. Esa es una hipótesis que actúa como bálsamo ante lo inexplicable que resulta lo ocurrido. Nunca sabremos si una lesión intracraneal o una repentina alteración de sus neurotransmisores cerebrales pudo ser determinante. Quizá sí. O quizá no.
   Por mucho que elucubremos, nunca lo sabremos. Y seguiremos sin entender cómo llegó a tomar esa decisión. Con unos motivos u otros, más claros o más imprecisos, el caso es que él se dijo a sí mismo: “hasta aquí quiero llegar”. Y acto seguido se quitó la vida. Y en este caso todo parece indicar que lo hizo actuando con plena libertad.
   La percepción de que era una persona excelente es unánime. Pensar en él provocaba una sonrisa: generaba felicidad. Podías pasarte meses sin verle, pero cualquier llamada, o más aún cualquier encuentro con él, era como un regalo, como una fiesta. Era entrañable, y todos los que hemos tenido la suerte de conocerle y de compartir momentos de vida con él nos podemos sentir afortunados. Me han dicho que dejó una nota escrita en su casa: no sé cuál es su contenido, pero supongo que en ella se despidió, recordando a sus seres queridos que no podían culparse de lo que él había decidido hacer, y pidiendo perdón a aquellas a los que dejaba de cuidar: “no voy a estar más, físicamente, contigo: pero sigue tu camino aprovechando todo lo que te he dado…” Espero que pronto sean capaces de hacerlo.
   Es natural que pueda surgir en alguien el sentimiento de que no hicimos lo suficiente para cambiar las circunstancias vitales del fallecido. Quizá alguien pueda pensar que alguna de sus actuaciones u omisiones le impulsó a tomar la decisión que tomó: pero esa idea es fruto de los complejos procesos mentales que tenemos que aguantar de nuestro imperfecto cerebro. Ese sentimiento es falso y venenoso: autodestructivo, que es justo lo que ahora rechazamos... Mi amigo me llamaba de vez en cuando para pedirme consejo y atención médica, para él mismo y sobre todo para otros (dada su tendencia a ocuparse efectivamente por los demás): si él, en estos días, hubiera querido ayuda, la habría pedido. No lo hizo. Nadie debe auto-reprocharse nada. Ninguna persona puede sentirse culpable por cómo los demás interpreten lo que decimos y hacemos: el abanico de posibles reacciones es muy variado, y las construcciones mentales que haga cada uno dependen de su libertad. Mi amigo se dio muerte a sí mismo, nadie le forzó a ello. No hay otro responsable más que él mismo.
   Su suicidio nos transmite un mensaje muy difícil de asumir. Nos duele su partida. Nos da pena saber que no podremos tenerle más a nuestro lado. Pero podemos quedarnos bajo la nube de la tristeza mucho tiempo, o aceptar la realidad, pensar en que la tierra sigue dando vueltas con nosotros incluidos, y refrescar los muchos recuerdos de tantos buenos momentos pasados con él, y gracias a él… recordando vivencias y enseñanzas que fueron y siguen siendo enriquecedoras. Podemos elegir nuestros actos y nuestros pensamientos: somos seres libres. Él eligió hacer lo que hizo. Es importante que asumamos cuanto antes esa realidad. Y que respetemos su decisión, aunque no la compartamos en absoluto.
   Algunos a los que nos cuesta creer en lo sobrenatural, en cualquier voluntad trascendente, estamos preparados para asumir acontecimientos inexplicables. Y del mismo modo que se puede considerar un “milagro” el hecho de que hace millones de siglos, en un planeta que ahora llamamos tierra se dieran las condiciones para que se formaran y combinaran ciertas moléculas hasta aparecer la vida, y que se desarrollaran cadenas de ADN capaces de auto-replicarse y de mutar para asegurar la evolución, alcanzándose la complejidad del sistema nervioso de la especie humana, que nos permite hablar, pensar, cantar, llorar y crear…, del mismo modo también puede considerarse un milagro, un hecho inexplicable, que una persona excepcional, buena, sana, alegre y generosa, decida quitarse la vida y lo haga. Para mí es tan asombroso una cosa como la otra: y esto último lo he vivido, y aún estoy conmocionado… Aunque no sepa los motivos y me resulte incomprensible cualquier explicación, sé lo que ha pasado: y respeto la voluntad de mi amigo, su libertad, sin reprocharle nada. Por eso, aunque la tristeza pervive en todos los que le conocíamos, cada vez que piense en él también seguirá brotándome una sonrisa del alma, y se hará notar en mi vida. Seguimos siendo amigos: yo le quiero y él me quiere.
   Pedro Larrauri. Vigo.

3 comentarios:

  1. Gracias, Pedro. Manolo se merecía al menos un reconocimiento como este.

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  2. Pienso que era un ser demasiado bueno, noble, inteligente y sensible para vivir en este mundo lleno de gente mediocre...
    La realidad superó el autoengaño en el que vivía cual Quijote...
    DEP el entrañable Manolo Novoa.

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    Respuestas
    1. Estimado Anónimo:
      Somos muchos los que compartimos tus sentimientos, al menos en parte, y los que también nos sentimos Quijotes viviendo en un mundo que nos asombra por la maldad, indignidad, estupidez e insensibilidad de muchos de sus habitantes.
      Pero aunque a veces tengamos que cerrar los ojos y apartar la mirada de tanto horror (porque no lo soportaríamos), y aunque nos sintamos insignificantes e incapaces de arreglar todos los males de este mundo, no vivimos en el engaño, sino que procuramos ser muy conscientes de que se puede luchar por mejorar las cosas (por esforzarnos y mejorarnos a nosotros mismos en primer lugar) mientras tengamos la oportunidad de hacerlo.
      Nuestra vida puede contribuir a hacer felices a muchos y a mejorar al menos algunos aspectos de la sociedad en la que vivimos. Forma parte de la grandeza de la vida humana, que nos ha sido entregada como un regalo (o como un castigo, cada uno se la toma como quiere) y que podemos afrontarla cada uno como pueda... Todos somos dueños de nuestros actos, y de cómo afrontamos la realidad que nos toca vivir.
      Alonso Quijano murió en su cama de enfermedad y vejez. Yo pienso que hacen falta muchos Quijotes que sigan luchando hasta el final. Y todos debemos animarnos unos a otros a ello: ¡Ánimos para todos! Un abrazo.

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