Hoy he atendido a una pareja encantadora, nonagenarios, con algún achaque en el esqueleto pero buena salud mental y general. Como la consulta no estaba muy saturada me han podido contar algo de su vida, que me ha dejado impresionado y lo quiero compartir.
El era profesor de literatura, de origen catalán. Ella, de origen gallego, se fue a la Universidad de Barcelona y se licenció en Ciencias Químicas el año 1961: me ha enseñado el carnet del Colegio profesional, que lleva con orgullo en la cartera...
Se casaron el día de su boda y ejercieron la docencia en la ciudad Condal. Los dos daban sus clases en castellano, pero también hablaban catalán. Pero en 1978 empezaron a recibir presiones de los nacionalistas: unas personas fueron a hablar con cada uno de ellos y les dijeron que tenían que hacer unos cursos de idioma catalán, y antes de tres años empezar a dar todas las clases en ese idioma.
Lo hablaron entre ellos y decidieron irse. Y encontraron plaza como profesores en una ciudad de Andalucía. Me han contado que cuando llegaron allí, la falta de presión nacionalista y lingüística les hizo sentirse felices, "como en el paraíso".
Ahora están jubilados en el sur de Galicia, y recuerdan vívidamente aquellos momentos. Tuvieron que abandonar sus casas (tenían dos), sus amigos, a la familia de él... Y ahora se compadecen de todos los que sufrieron y sufren esa misma presión, que saben que no ha hecho sino aumentar.
Si has leído este artículo también te puede interesar éste sobre el Manifiesto por la igualdad de derechos lingüísticos en Cataluña de 1981 (VER)