"El Rey está desnudo", dijo Sosa Wagner señalando a UPyD: algo que muchos ya sabíamos desde hace tiempo. Pero la guardia pretoriana de Rosa Díez, encabezada por Gorriarán, se cabreó mucho por el hecho de que un dirigente del partido manifestara en público lo que es evidente: y se lanzaron con una agresividad desmedida contra su otrora valorado y elogiado eurodiputado. Aunque, para su desgracia, lo que han conseguido es hacer más patente y esclarecedor su autoritarismo.
Si dedicas unos minutos a leer este artículo comprobarás cómo se las gasta la casta que dirige UPyD. Y si eres de los que todavía confías en Rosa Díez y en su partido, probablemente quedes vacunado contra sus mentiras: lo cual será muy saludable para nuestro sistema democrático. Ánimo!
Gorriarán reconoce en su texto que su tuit fue “muy desafortunado” y que fue una equivocación: pero dice que no lo fue porque Sosa Wagner no se mereciera lo que le dijo, sino (cito textual): “porque en 140 caracteres no podía explicar qué entendía por corrupción política”. Gorriarán me parece un cachondo (en la tercera acepción de la RAE, por supuesto): si hubiera tenido espacio para explicar lo que entiende por corrupción política, y hubiera puesto al final los mismos insultos, entonces para él no habría habido ningún problema. Genial!
Dice también Gorriarán que escribió ese tuit “bajo el impacto de la indignación” (lo escribió dos días después de publicarse la carta de Sosa Wagner en El Mundo) y que pidió excusas a su partido. Gorriarán aprovecha la ocasión (al escribir esta respuesta) para excusarse también “ahora ante cualquier otro votante o ciudadano que se considere ofendido o mal representado por ese tuit erróneo”. Parece que le preocupa más perder votos que haber ofendido a Sosa Wagner, al que, según se desprende de sus palabras, no le pidió disculpas directamente. Se ve que sigue indignado con su ahora ex compañero de partido.
Pasa después Gorriarán a explicar qué es esa corrupción política que atribuyó (y se entiende que sigue atribuyendo) a Sosa Wagner: “consiste en el abuso de un cargo público para beneficiar intereses privados o trabajar en contra de lo prometido a tus electores y tu partido”. (Me parece magnífica la definición, que yo llevo tiempo aplicando a los dirigentes de UPyD: enlace al artículo La corrupción de UPyD en 40 tesis). Se supone que Gorriarán nos va a demostrar a continuación que Sosa Wagner abusó de su cargo público en interés propio, y trabajó en contra del programa y del partido. Pero nada de eso ocurre. Porque lo que le achaca a Sosa es, primero, que ambos (Gorriarán y Sosa) tuvieron enfrentamientos sobre cómo organizar el grupo de parlamentarios europeos (y aquí Gorriarán lanza otra acusación contra Sosa, y dice que el europarlamentario quería hacer “su santa voluntad”, lo que no deja de ser la opinión subjetiva de una de las dos partes de un conflicto); y a continuación alude a la carta que Sosa publicó en El Mundo.
Gorriarán miente en ese párrafo cuando escribe que Sosa había publicado “que UPyD es un partido ‘autoritario’ y ‘sectario’, y que debíamos llegar a un acuerdo con Ciudadanos”. Parece que Gorriarán no leyó la carta de Sosa, o si la leyó no se enteró: me imagino que se quedó parado, ojoplático e indignado, ante la alusión que Sosa hacía, de refilón, al autoritarismo de UPyD: y perdió el control (como lo pierde de vez en cuando, como cuando llamó hijos de puta a 300.000 vascos por votar a Bildu). Puede comprobarse que la carta de Sosa Wagner, titulada “Después de las Europeas” (Ver en El Mundo, 19 de agosto), empezaba alabando a Rosa Díez y al proyecto de UPyD, y tras analizar brevemente los resultados de las elecciones europeas (el “pequeño varapalo” que supuso para UPyD, que perdió votantes; la entrada en la escena nacional de Ciudadanos, con un buen resultado; y la preocupante irrupción de Podemos, al que Sosa atribuye planteamientos que están extramuros de la Constitución), Sosa consideraba que la nueva situación hacía necesario que los pequeños partidos constitucionales unieran esfuerzos. Sosa Dice: “Es verdad que se trata de dos partidos distintos, pero existen los suficientes puntos de encuentro entre ellos para pensar en la redacción, por expertos capitaneados por Rosa Díez y Albert Rivera, de un ‘compromiso electoral común’ basado en 10 o 12 acuerdos primordiales”. Sosa también alude las algunas encuestas de opinión favorables a ese pacto, y cita a Fernando Savater, que había pedido ante Rosa y los 500 delegados del II Congreso de UPyD, refiriéndose a C´s: “ha llegado el momento de acercarse a alguna otra formación política emparentada con nosotros" (noviembre de 2013).
Tras esa propuesta estratégica que Sosa Wagner exponía razonada y razonablemente (y que por cierto, de alguna manera fue aceptada por UPyD, pues semanas después Rosa y un equipo de dirigentes de UPyD se reunía con Albert Rivera y miembros de C´s para buscar acuerdos (fue el 23 de septiembre, Ver), aunque UPyD planteaba unas exigencias bastante discutibles: pero eso es otro tema) el catedrático y eurodiputado hacía unos comentarios críticos sobre ambos partidos, crítica constructiva dirigida a intentar que ambas partes mejoren cosas mejorables: “Sabiendo, por supuesto, que ambas organizaciones padecen defectos y carencias: Ciudadanos no cuenta con una respuesta propia, elaborada en congresos democráticos, a los problemas sociales en su conjunto; y UPyD debería liberarse de las prácticas autoritarias que anidan en su seno,…”. Decir que en un partido hay prácticas autoritarias no significa que se afirme que el partido es autoritario, como escribe Gorriarán. Y en la carta que ocasionó los insultos de Gorriarán, Sosa no empleó la palabra ‘sectario’ atribuyéndola a UPyD, como aquél da a entender, manipulando: Sosa escribió casi al final en un breve párrafo: "Se impone, pues, actuar libres de ridículos y obstinados sectarismos, extemporáneos en la grave hora presente". No olvidemos que sectarios son los defensores de una ideología que se independiza o diferencia de otra. Ningún ataque ni insulto a UPyD se puede encontrar es esa frase, salvo que alguien la deforme acomplejada y malintencionadamente.
El siguiente párrafo de Gorriarán me resulta casi ridículo, pues insiste en que Sosa Wagner no había dicho, durante la campaña de primarias en la que fue elegido por los afiliados, ni durante la campaña electoral de las europeas, nada parecido a lo que publicó en su famosa carta. Gorriarán afirma: "Todavía no ha explicado las razones de ese cambio drástico de opinión, si pueden explicarse". Parece que no ha leído ni siquiera el título de la carta de Sosa Wagner: “Después de las europeas”. La propuesta del pacto con Ciudadanos ya ha quedado explicada en base a los resultados (aunque la oficialidad de UPyD no quiso reconocer ni el varapalo electoral recibido ni las otras novedades comentadas). Y quizá la llegada a Europa de miembros del Consejo de Dirección y las propias presiones de Gorriarán para organizar desde Madrid a los 4 europarlamentarios de Bruselas (algo que Gorriarán reconoce que hizo en la respuesta que estamos analizando), le hicieron percibir y comprobar a Sosa Wagner “prácticas autoritarias que anidan en su seno”, una realidad que hemos experimentado y sufrido miles de afiliados (la mayoría ya ex afiliados) de UPyD.
Gorriarán queda en evidencia y demuestra su intolerancia y su autoritarismo cuando dice en su respuesta que la carta de Sosa Wagner fue un “ataque brutal contra el partido”, y que era “un artículo de opinión lleno de falacias, por decirlo con elegancia”, una “agresión pública sin causa objetiva". Gorriarán está insultando otra vez a Sosa Wagner, repitiendo el insulto de su tuit: “Mentiroso al 100 %”. He intentado encontrar algún atisbo de verdad en las palabras de Gorriarán, sin éxito: he repasado la carta de Sosa Wagner y no he conseguido encontrar ningún dato falso, ni argumentos engañosos con los que el entonces eurodiputado de UPyD pretendiera inducirnos a error o a engaño. Gorriarán no sólo acusa a Sosa de mentiroso, sino de “Mentiroso al 100 %”. Es una calumnia. Es una mezquindad. Veo mucha “paja” en las aclaraciones de Gorriarán, pero no puede señalar ni una sola mentira en la carta de Sosa. Y si Gorriarán lo que pretende es afirmar o dar a entender que en UPyD no hay prácticas autoritarias, me aguanto la carcajada y le acuso de mentiroso y de cínico: y conmigo miles de ex afiliados, conocidos o anónimos, que dan un testimonio unánime, empezando por el 80% de los fundadores de UPyD que se han ido del partido (Ver), siguiendo por intelectuales de prestigio como Mikel Buesa, que fue de número dos con Rosa Díez y abandonó el partido denunciando el autoritarismo de UPyD (recientemente Buesa ha declarado que Rosa Díez dirige su partido emulando a Franco y a Stalin: Ver), y terminando por los miles de ex afiliados de UPyD, tanto conocidos como anónimos, tanto los que hemos hablado como los que han preferido quedar callados (porque siguen compartiendo las ideas de UPyD y lo consideran un mal menor, un partido al que votar con la nariz tapada, como diría Rosa).
Por cierto, como reacción a la carta de Sosa Wagner, varios dirigentes de UPyD, especialmente Juan Luis Fabo, responsable de Organización, han mentido públicamente para tratar de engañar a la opinión pública y convencerles de que en UPyD no hay autoritarismo. Fabo ha mentido sobre el número de bajas en UPyD, declarando 9.200 cuando son más de 16.000 (Ver), y ha mentido también negando que las Gestoras de UPyD hayan sido usadas por la Dirección del partido para controlar autoritariamente las distintas agrupaciones territoriales UPyD, incumpliendo los Estatutos (Ver). Otros, como Toni Cantó (y también el propio Gorriarán) mintieron (y si se equivocaron no han rectificado tras publicarse la verdad) diciendo que en el pasado Congreso de UPyD la gran mayoría de los 500 Delegados rechazaron hacer pactos con Ciudadanos, cuando esa propuesta la rechazó una comisión de 120 Delegados seleccionados y elegidos a dedo por la propia Organización del partido: ni siquiera dejaron a los afiliados que defendían esa propuesta estar en esa Comisión (Ver).
Le preguntaría a Gorriarán si recuerda cuando hace dos años en una asamblea de afiliados gallegos de UPyD en Pontevedra le planteé que se estaban celebrando unas elecciones primarias en Galicia ilegalmente, incumpliendo los Estatutos: y Gorriarán me respondió (todo chulo) que si no me gustaba cómo hacían las cosas los que mandaban en UPyD, que me fuera del partido, pero que dejara de molestar. Si eso no es una clara muestra de autoritarismo (definible como un sistema basado en la sumisión incondicional a la autoridad), que venga Dios y lo vea. Por cierto: no le hice caso, seguí en UPyD denunciando las prácticas irregulares y abusivas de algunos dirigentes del partido (especialmente de los miembros del Consejo de Dirección Juan Luis Fabo y Elvira García, a quienes se puede aplicar perfectamente la definición de Gorriarán de “corrupción política”), y por ello fui expulsado el pasado mes de junio, por medio de un procedimiento en el que se incumplían los Estatutos de UPyD y se vulneraban mis derechos como afiliado.
Recuerda también Gorriarán en sus "aclaraciones" que Sosa Wagner votó a favor de la candidatura de Juncker a la presidencia de la Comisión Europea, en contra del criterio de la dirección del partido: pero a continuación reconoce el propio Gorriarán que en UPyD rechazan el mandato imperativo, y que Sosa tenía libertad de voto. Gorriarán interpreta que ese voto suponía que Sosa elegía la ruptura política con UPyD. Eso es una interpretación falsa y retorcida (y también habría que aplicársela entonces a otro europarlamentario de UPyD, Fernando Maura, que también votó a favor de Juncker). Debe recordarse que la propia Rosa Díez negoció con el líder del grupo de los liberales europeos la integración de UPyD en sus filas, y los Liberales de ALDE decidieron apoyar a Juncker. Si apoyar a Juncker (quien iba a salir elegido de todas maneras) supone una ruptura política con los ideales de UPyD, entonces Rosa Díez tendría que sacar a sus eurodiputados de ALDE, y no lo ha hecho. Sosa Wagner ha recriminado a la Dirección de UPyD que confunden la política nacional con la europea, que están acostumbrados a dirigir el voto de los Concejales de UPyD, y que habían empezado a mandarle cartas diciéndole lo que tenía que votar... Le doy la razón. Y si Gorriarán quería votar en contra de Juncker, que se hubiera presentado a las primarias de UPyD para ser eurodiputado, y hubiera votado “a su aire” (como dice él que hizo Sosa).
A continuación reproduce Gorriarán en sus "aclaraciones" una larga cita de Sosa Wagner: es un mensaje que el eurodiputado de UPyD debió enviar a la dirección del partido en enero, en el que previene del peligro de que los elegidos en primarias puedan después hacer lo que quieran. Se trata de una opinión personal de Sosa Wagner que en la práctica no afecta a los afiliados del partido, y que podrá parecer más o menos autoritaria a quien la lea, pero que en este texto y contexto representa un argumento ad hóminem: Gorriarán viene a decir que Sosa no les puede acusar de autoritarismo porque él es autoritario. ¡Y tú más!, que dicen los políticos de la casta. Sosa propone un control previo a los candidatos de primarias, mientras que la actual Dirección de UPyD prefiere ejercer presiones ocultas (cuando no fraude) en los procedimientos de primarias para frenar a candidatos a los que considera non gratos, cuando no boicot o destituciones si llegan a ser elegidos: y los que conocemos UPyD por dentro lo hemos visto aplicar en muchos sitios: Cataluña, Valencia, Galicia, Murcia, Getafe, Logroño, Navarra… En mi Blog está relatados todos esos casos. Aceptando que incluye un cierto autoritarismo, me parece mucho más honrada y más transparente la postura de Sosa que la de Rosa y Gorriarán.
Añade Gorriarán, alimentando la imagen de personaje despreciable y autoritario que quiere transmitir de Sosa Wagner para justificar sus insultos: “Por si fuera poco, Francisco Sosa Wagner nos pidió, en reiteradas ocasiones la expulsión fulminante de UPyD de afiliados que en su opinión no habían sido respetuosos ni con él ni con su mujer”. Me cuesta creer que Sosa pidiera algo ilegal (la "expulsión fulminante" no se contempla en los Estatutos de UPyD, y Sosa es jurista y un tipo serio y legal): debió pedir que se abriera un procedimiento sancionador, algo razonable. ¿Es eso autoritarismo? Gorriarán aclara que los responsables de esos hechos sancionables (que tenían fundamento, dice) se marcharon por su propia cuenta tras abrir UPyD una investigación. No parece que esos sucesos justifiquen las acusaciones de corrupto ni de mentiroso.
En el penúltimo párrafo Gorriarán trata de justificar la destitución de Sosa Wagner como Portavoz de la delegación de UPyD en el Parlamento Europeo. Se detecta una grave contradicción: afirma que los parlamentarios de UPyD tenían libertad de voto, pero acusa a Sosa Wagner de “rechazar las instrucciones de oponerse a la designación de Arias Cañete como Comisario de Energía”. (Por cierto, también Fernando Maura votó a favor, como lo hizo el grupo ALDE). También acusa a Sosa de “negarse reiteradamente a celebrar reuniones de trabajo con nosotros…”: Sosa ha explicado que, después de los insultos que recibió en la reunión del Consejo Politico (un "linchamiento" como fue calificado por su compañero de bancada, también dirigente de UPyD, Fernando Maura: Ver) exigía disculpas de la dirección, que por supuesto no recibió: entonces le convocaron a una reunión en Madrid que él consideró innecesaria, una encerrona, y rechazó meterse en la guarida del lobo para seguir siendo agredido. Esto lo ha declarado Sosa Wagner en una entrevista: "No acudí a las últimas reuniones a las que estuve citado porque pedí, previamente, que me pidieran disculpas por los insultos, y que volvieran a colocarme en la página web, de donde me habían borrado. No recibí respuesta".
Y la desunión hace la debilidad... |
Termina Gorriarán acusando a Sosa Wagner de incumplir el programa con el que se presentó a las elecciones, y le insulta diciendo que desprecia el compromiso contraído con los ciudadanos. Otra calumnia. Otro insulto. Y esta vez no es “en caliente”, que podría tener más disculpa. ¿Acaso en el programa electoral de UPyD ponía que los eurodiputados elegidos obedecerían las instrucciones recibidas desde Madrid? ¿Acaso le prohibían a Sosa Wagner proponer razonadamente un pacto con Ciudadanos? ¿Acaso Sosa Wagner no tenía libertad de opinión y de expresión por ser afiliado o por ser eurodiputado? ¿Acaso UPyD proclama la libertad de voto de sus cargos electos pero en realidad prohibe y castiga el ejercicio de esa libertad? ¿Acaso cuando UPyD ha apoyado propuestas del Partido Popular, o cuando la propia Rosa Díez ha ido a la Moncloa a manifestar su apoyo al gobierno del PP (Ver), han traicionado su programa? ¿Acaso lo que ha hecho y dicho Sosa Wagner después del famoso tuit puede servir para aclarar o justificar los insultos del tuit de Gorriarán, como éste pretende?
Por todo ello califico su respuesta de insensata e impertinente. Carlos Martínez Gorriarán hubiera estado mejor callado. Aunque así hemos podido conocer mejor a UPyD y las "joyas" que lo dirigen. Gracias, Carlos.