Dentro de unos días celebraremos el noveno centenario de la reunificación de Tabarnia. La fecha la marca el documento firmado por Ramón Berenguer III el 23 de enero del año 1118, cuando el mencionado conde de Barcelona, consciente de su vinculación histórica y religiosa con las tierras del sur de Tabarnia, hizo el encargo al Obispo barcelonés Oleguer de restaurar la sede metropolitana de Tarragona y de repoblar ese territorio (que hoy llamamos Alta Tabarnia).
Oleguer cumplió su cometido, ejerció de Arzobispo, y siglos después fue canonizado. San Oleguer, patrono de Tabarnia, obispo de Barcelona y de Tarragona, tuvo mucha influencia en la vida política de su época, demostrando el caracter conciliador y práctico de los tabarneses. Por ejemplo, gracias a su intervención en Zaragoza el año 1134 consiguió que se estableciera la paz entre los reyes Ramiro II de Aragón y Alfonso VII de León y de Castilla, paz que se demostró fundamental para el éxito de la reconquista..
Resulta muy interesante ver cómo la historia de los siglos XI y XII nos ayuda a delimitar la frontera norte de Tabarnia:
Cuando se produjo la invasión musulmana la sede arzobispal de Tarragona se trasladó a Narbona, en la septimania Francesa. Cuando los Francos establecieron la Marca Hispánica, se restauraron los obispados que eran sufragáneos de Tarragona, y se fundaron algunos nuevos: pero todos ellos seguían dependirendo de Narbona.
Con el paso del tiempo se produjeron varios intentos de liberarse de la jurisdiccion eclesiástica narboniense. Se cuenta que el año 955 el monje Cesáreo de Monterrat acudió a Compostela y se hizo consagrar Arzobispo de Tarragona: al final se demostró que sus documentos eran falsos. El año 971 el Papa Juan XIII, a instancias del conde Borrel, firmó varios documentos para trasladar la archidiócesis de Tarragona (que seguía bajo el poder musulman) a Vich, y nombra Obispo metropolitano a Atón: pero Atón fue asesinado al regresar de Roma (a instancias de los partidarios de Narbona, como se puede entender si se sigue leyendo): Borrel quiso intentarlo de nuevo pero el ataque de Almanzor que saqueó Barcelona el año 984 le impidió continuar con sus propósitos y todo siguió igual...
Durante gran parte del siglo XI el conde de Barcelona Ramón Berenguer I (llamado el Viejo), trató de reconquistar Tarragona y de restaurar la sede arzobispal metropolitana *. Pero no lo pudo hacer por las presiones de las casas de Cerdaña y Besalú, que dominaban los condados del norte de la Marca Hispánica y rivalizaba con el condado de Barcelona por la preeminencia en el nordeste de Hispania.
Los condes de Cerdaña y Besalú eran aliados uno del otro y estaban emparentados con las casas francesas de Narbona, Carcasona y Toulouse, y no querían que se restaurara la diócesis de Tarragona para evitar que eso sirviera al Condado de Barcelona para aumentar su poder, restando a su vez poder a Narbona y a ellos mismos.
La abuela del Conde de Barcelona, regente durante su minoría de edad, era Ermesinda de Carcasone, de origen francés y emparentada con las casas francesas, con los condes de Cerdaña y Besalú, y con el arzobispo de Narbona. Todos ellos maquinaban para hacerse con el control del condado de Barcelona y someterlo al gobierno de Narbona y de los Francos, y especialmente no querían que Ramón Berenguer cumpliera su propósito de reconquistar Tarragona para establecer allí un Señorío o Vizcondado, y para además restaurar y revitalizar la sede arzobispal Tarraconense (y dejar de depender de Narbona, situada en Francia, cuyos arzobispos eran claramente favorables a los condados de la Marca Gótica o Hispana situados al norte del de Barcelona, todos ellos favorables a seguir dependiendo de los reyes Francos, mientras Ramón Berenguer buscaba alianzas con Aragón). No podemos olvidar que la soberanía de los reyes de Francia sobre todos esos condados catalanes no cesó hasta el año 1258, con la firma del tratado de Corbeil (VER).
Ermisenda forzó el matrimonio de su nieto el Conde de Barcelona con una princesa de Narbona (año 1051), pero al entender que se estaba urdiendo un complot político, Ramon Berenguer repudió a la esposa con la que se acababa de casar. Ermisenda consiguió que el Papa le excomulgara por ello, y para solucionarlo el Conde tuvo que conceder a su maquiavélica abuela el señorío de Gerona, donde ya era obispo un hermano de Ermisenda, Pierre Roger de Carcasone, también favorable a continuar dependiendo política y eclesiásticamente de Francia.
Los "afrancesados" del norte, especialmente los gobernantes de Gerona, Cerdaña y Besalú, con el apoyo del poderoso arzobispo de Narbona y sus obispos aliados, ganaban terreno, y promovieron una revueltra contra el Conde de Barcelona, en la que estaban implicados el Obispo de Vich y el de Barcelona. Ramón Berenguer salió victorioso de ese golpe de estado gracias al apoyo de los habitantes de Tabarnia. Por suerte para el Conde de Barcelona, las maldades del arzobispo de Narbona (Wilfredo de Cerdaña, que había sido puesto en esa sede cuando solo tenía 10 años por las familias mencionadas, y fue arzobispo durante 60 años) se hicieron públicas, cayó en desgracia ante el Papa, y comenzó una especie de guerra civil dentro de los condados del norte de la Marca y de la Septimania (Narbona). Ramón Berenguer pudo consolidar su independencia relativa respecto a los cortesanos de Gerona y de los otros condados aliados, y respecto a los eclesiásticos y poderes franceses, pero murió en 1075 sin conseguir su objetivo de reconquistar Tarragona.
El año 1089 su hijo Ramón Berenguer II reconquistó Tarragona, y en 1091 el Papa Urbano II restableció la sede Arzobispal Tarraconense declarándola la Primera Metrópoli de Hispania (título que le disputaron después tanto Braga como Toledo), pero el nuevo arzobispo, Berengario, al no tener Catedral en Tarragona (ciudad que había estado cambiando de propietario muchas veces y había quedado muy dañada por los continuos asedios lanzados desde ambos bandos, cristianos y moros) se instaló en Vich, y no recibió el reconocimiento del Arzobispo de Narbona, que se negaba a devolver los territorios sufragáneos a Tarragona.
No fue hasta el año 1118, como se ha comentado al comienzo (hace ahora 900 años), cuando Ramón Berenguer III llamado el Grande, conseguía el control definitivo de Tarragona, cuando encargó al Obispo Oleguer la restauración efectiva de la Sede y la repoblación. El Obispo eligió acertadamente al normando Robert Bourdet para gobernar la ciudad, y le nombró Principe de Tarragona: Robert fortificó la ciudad, y actuó como Señor sometido al Conde de Barcelona, en una provechosa alianza que se puede considerar un preludio del autogobierno de Tabarnia.Las diócesis de la actual Cataluña. Las de Barcelona, Tarragona, Terrasa y San Feliú de Llobregat constituyen Tabarnia. |
También podemos ver que Tabarnia se corresponde prácticamente con el territorio de cuatro diócesis catalanas: Tarragona, San Feliú de Llobregat, Barcelona y Terrasa (en la imagen en colores fucsia, verde claro, azul y verde).
Ver primer artículo (1de3):
Historia de Tabarnia 1: Los orígenes de Tabarnia. Época Romana. VER.
Ver anterior artículo (2de3):
Historia de Tabarnia 2: El primer milenio de Tabarnia: esplendor de la Tarraconense y delimitación de las fronteras. VER.
*Artículo de referencia de este Post: "La restauración eclesiástica y reconquista en la Cataluña del siglo XI: Ramón Berenguer I y la sede de Tarragona". Por Lawrence McCranck (VER)
PD: Historia de Tabarnia IV: el carlismo del siglo XIX y XX y el territorio de Tabarnia:
http://pedrolarrauricandidatoupydvigo.blogspot.com.es/2018/01/historia-de-tabarnia-iv-el-carlismo.html
Siempre sorprende la historia, y me ha gustado leer estos tres episodios de la historia de Tabarnia. Y sobre todo me ha quedado claro que el resto de Cataluña se diferencia mucho de la nueva Comunidad que ha resurgido este año: ¡Larga vida a Tabarnia!
ResponderEliminarSe echaba de menos esta Historia, y estoy seguro de que éste es el germen de muchos libros y cátedras que profundizarán en la historia de Tabarnia: porque todo colectivo histórico, todo pueblo (sea o no nación ese es otro tema) tiene una historia particular, y debe conocerse.