Hay
muchas cosas que no están nada claras. ¿Por qué la justicia se han negado a que
testificaran los médicos de Povisa? ¿Por qué se afirma en la sentencia que la
causa de la amputación fue el tiempo de isquemia previo al traslado desde mi
Hospital a Povisa, si ha sido demostrado que esto no ocurrió, que no hubo
isquemia hasta el día siguiente del traslado? ¿Por qué no se consideró la
opinión de los demás médicos y enfermeras que atendieron a la paciente, y de médicos
de gran experiencia y prestigio que reiteran en sus periciales que no hubo
isquemia y que en mis actuaciones no hubo mala praxis? ¿Por qué se acepta la
versión del cirujano vascular que trabajaba en Povisa (se jubiló un mes
después), quien hizo el diagnóstico de 80 horas de isquemia, cuando la propia
sentencia reconoce que ese diagnóstico no es cierto, y ese médico -que fue
quien realizó la amputación y mi principal acusador- queda tan campante? ¿Cómo
puede alguien suponer que a mí no me importaba la salud de la paciente?
La sentencia se basa para condenarme en dos
hechos. Primero, en que un día y medio tras el ingreso, después de que yo ya
había operado a la paciente para vaciar el hematoma de la rodilla, un enfermero
registró una bajada en la saturación de oxígeno en el pie a 88%. Pero tres
horas después yo vi a la paciente, y la saturación era 92-98%, lo que
descartaba lesión arterial. Y no había ningún signo de isquemia (que es la
ausencia de llegada de sangre a una zona del cuerpo, en este caso al pie), y la
evolución clínica siguió siendo buena. Y segundo, que horas después una
enfermera anotó que no palpaba pulso pedio, en el dorso del pie. Pero el pie
estaba vendado, lo que dificultaba o impedía la palpación del pulso, que es una
prueba subjetiva; y después de que esa enfermera no palpara pulso, otros facultativos
(médicos y enfermeros) sí que lo palpamos, y además la saturación medida con el
pulsioxímetro (que registra el pulso) era normal (94-98%). Sin embargo, la
sentencia, sin tener en cuenta todos los demás datos positivos que fueron
controlados y estuvieron presentes durante todo el proceso asistencial,
concluye que esos dos datos mencionados tenían que haberme hecho sospechar una isquemia,
y que yo tenía que haber pedido un angioTAC antes de cuando lo hice. Y me
condena por ello a 4 años de inhabilitación para ejercer la medicina, y a pagar
2.300.000 € de indemnización a la paciente. Los seguros cubren la mitad de esa
cantidad, por lo que de hacerse firme la sentencia tanto yo como mi mujer y mis
dos hijas quedaríamos en la calle, y tendríamos que seguir viviendo con ayudas
familiares (llevamos un año así, al tener embargada la casa y parte de la
nómina) y sin poder trabajar.
La jueza afirma que en mi Hospital se
produjo isquemia de la pierna, que esa situación duró más de seis horas sin que
nadie la detectara, y que esa fue la causa de la amputación. Eso no es cierto. Una
decena de peritos han demostrado que durante los tres primeros días y medio,
antes de hacer el traslado, no hubo nunca isquemia. Esa es la pura verdad y no
hay ninguna prueba de que hubiera isquemia. Pero la jueza no lo ha entendido
así, probablemente por la complejidad de estos procesos patológicos y por haber
sido mal asesorada y engañada por los Forenses y por los peritos pagados por el
abogado de la acusación (un ex médico metido a abogado que para ganar mucho dinero
no le importa mentir y calumniarme), y se ha creído la mayoría de las mentiras
del ex cirujano vascular de Povisa. Las Forenses por ejemplo, además de partir
de premisas falsas (que hubo una luxación, que no la hubo) y demostrar sus
carencias en la medicina práctica y especializada (se empeñan en decir que las
pulsioximetrías no sirven para nada, aunque luego cuando baja su registro lo
consideran una señal de alarma) caen en profundas contradicciones: como por ejemplo cuando reconocen que si hay isquemia de más de seis horas siempre se produce necrosis muscular y se
eleva el potasio y la creatinina, y a pesar de saber que los análisis hechos en ambos Hospitales
son normales, a pesar de eso, siguen manteniendo -contra todo razonamiento lógico- que había
isquemia. Es un problema médico y no jurídico, y todas las pruebas objetivas,
como el angioTAC hecho en Povisa, que demuestra llegada de sangre al pie, y las
fotografías tomadas en el quirófano de Povisa, que demuestran que no había
cianosis, contradicen lo afirmado por la sentencia.
La verdad es que mientras yo estuve
atendiendo a la paciente nunca se produjo isquemia, y que aunque yo hubiera
hecho el angioTAC o el traslado antes de cuando lo hice, eso no hubiera
cambiado nada el nefasto resultado si en Povisa ese cirujano vascular hubiera hecho la
misma operación que hizo. Y si se hubiera trasladado a la paciente a otro Hospital la paciente tendría todavía su pierna (aunque las lesiones que se produjo le hubieran dejado muchas y muy importante s secuelas). Porque en el juicio se ha demostrado que ese ex cirujano vascular de Povisa operó mal a
la paciente, por no leer antes los informes ni ver las pruebas realizadas (como
él mismo reconoció): y por eso hizo el bypass a una zona trombosada, y por eso
no funcionó. Y después, al darse cuenta de su error, para exculparse, se inventó
que había isquemia desde el primer día, y mintió echándome la culpa y falsificando
sus informes. La sentencia no ha querido entra a valorar sus actuaciones porque
desde el principio la presión mediática y las juezas creyendo sus mentiras, y
yo era el único acusado… Por eso el Juzgado no quiso permitir que fueran
citados al juicio varios médicos de Povisa, cuando sus informes clínicos (en
concreto los de un radiólogo, un traumatólogo y un anestesista de ese Hospital)
ratifican que el diagnóstico de isquemia irreversible de 80 horas que hizo el
cirujano vascular era totalmente incorrecto (algo que peritos de ambas partes
comparten) a la vez que dejan en evidencia las muchas contradicciones en que
incurre el médico responsable de la amputación, quien miente al decir que no
había circulación colateral, y quien utilizó la vena safena de la pierna
derecha para hacer el bypass, demostrando así que la pierna no estaba necrosada
por la isquemia, como después afirmó mintiendo.
Concluyo añadiendo que es absolutamente
falso lo afirmado por la acusación y por algún medio de comunicación,
atribuyendo a la sentencia, calumniosamente, que desatendí llamadas hechas
desde El Castro para que fuera a ver a la paciente: eso es mentira. Y sobre los
informes médicos de mi Hospital: se enviaron todos a Povisa con la paciente
(sin sospechar que fuera a haber ninguna complicación, y menos una amputación),
y se habían enviado por FAX cada día a la Compañía de Seguros, y se entregó
copia a la familia, y se entregaron a los juzgados: es falso -como se ha dicho-
que se cambiaran datos de registros de pulsioximetrías, y la jueza sabe que
todos los documentos que se manejaron en el juicio se corresponden con los originales.
La paciente tuvo la desgracia de perder una
pierna. Pero si quiere que se haga justicia no puede permitir que se condene y
se arruine la vida de un médico que no tuvo la culpa de nada, pero que sufrió
una vil calumnia de alguien que sí se equivocó. ¿Alguien considera justo que se
destroce la vida de un médico que hizo bien su trabajo, porque la justicia no
quiere investigar al principal sospechoso de causar el daño, que es
precisamente, en este caso, mi acusador? Reitero mi inocencia y no puedo sino
considerar esa sentencia infundada y muy injusta. Sigo confiando en la Justicia,
y espero que el recurso que presentemos ante la Audiencia Provincial sea
estimado, y los jueces entiendan bien los datos médicos del caso, anulen esta
condena que me hace a mí y a mi familia un gravísimo y muy injusto daño; y que
investiguen después lo que realmente ocurrió durante todo el proceso
asistencial, hasta dejar más claro todavía dónde se produjo el problema y la
isquemia, y quién dice la verdad y quién miente.
Me acaban de contar un caso ocurrido estos días: un paciente de Burela (Lugo) sufrió un grave traumatismo en la rodilla y dos días después lo trasladaron a Povisa. Allí detectaron que se había tratado de una luxación (no como en tu caso) y había una lesión de la arteria poplítea que había pasado desapercibida. Sin embargo no se había producido isquemia completa, y se ha controlado el caso sin operar, y se ha salvado la pierna.
ResponderEliminarSi ese mismo caso lo hubiera recibido el Dr Lores, nefasto ex cirujano vascular de Povisa que estos días se sienta en el banquillo acusado de otro caso de negligencia, se habría terminado amputando esa pierna, y Lores echaría la culpa a los médicos de Burela: han tenido suerte de que Lores ya esté jubilado, y de que los nuevos cirujanos vasculares de Povisa sean buenos, en todos los sentidos (buenos médicos y buenas personas).
Esta es la noticia donde citan a Lores como acusado de la amputación de una pierna:
Eliminarhttp://www.atlantico.net/articulo/vigo/demanda-sergas-familia-fallecida-amputarle-pierna/20171109231205616909.html