Este artículo ha sido publicado en Atlántico Diario (ver en edición digital).
(Nueva redacción de la locución latina por indicación de un experto: Cui prodest? en vez de ¿Quid prodest?)
Los seres humanos son capaces de hacer cosas, para ganar dinero, que ni usted ni yo podríamos imaginar.
En Colombia el presidente Uribe ofreció a los militares días libres y una recompensa económica (1.900$) por cada guerrillero o paramilitar de las FARC que mataran. Entonces algunos soldados empezaron a secuestrar a jóvenes de pueblos y barrios pobres de zonas alejadas del conflicto, los metían en aviones, les ponían un uniforme de guerrillero, los asesinaban y entregaban su cadáver: así obtenían su “premio”. Es lo que se ha llamado "el escándalo de los falsos positivos” (ya que era falso que fueran guerrilleros). Gracias al empeño de las conocidas como Madres de Soacha, localidad colombiana donde desaparecieron 19 jóvenes que fueron ejecutados extrajudicialmente por miembros del Ejército Colombiano y presentados luego como guerrilleros abatidos, el Tribunal Superior de Bogotá ya ha empezado a juzgar a esos militares, y hace dos meses cinco de ellos fueron condenados a más de 50 años de cárcel por “homicidios abyectos que provocan repugnancia” (así dice la sentencia) y por crímenes de lesa humanidad. La Fiscalía investiga a cerca de un millar de militares por la muerte de 1.375 civiles. El comandante del ese grupo, que consiguió condecoraciones y mucho dinero por matar a ese tipo de “guerrilleros”, está prófugo.
(Nueva redacción de la locución latina por indicación de un experto: Cui prodest? en vez de ¿Quid prodest?)
Los seres humanos son capaces de hacer cosas, para ganar dinero, que ni usted ni yo podríamos imaginar.
En Colombia el presidente Uribe ofreció a los militares días libres y una recompensa económica (1.900$) por cada guerrillero o paramilitar de las FARC que mataran. Entonces algunos soldados empezaron a secuestrar a jóvenes de pueblos y barrios pobres de zonas alejadas del conflicto, los metían en aviones, les ponían un uniforme de guerrillero, los asesinaban y entregaban su cadáver: así obtenían su “premio”. Es lo que se ha llamado "el escándalo de los falsos positivos” (ya que era falso que fueran guerrilleros). Gracias al empeño de las conocidas como Madres de Soacha, localidad colombiana donde desaparecieron 19 jóvenes que fueron ejecutados extrajudicialmente por miembros del Ejército Colombiano y presentados luego como guerrilleros abatidos, el Tribunal Superior de Bogotá ya ha empezado a juzgar a esos militares, y hace dos meses cinco de ellos fueron condenados a más de 50 años de cárcel por “homicidios abyectos que provocan repugnancia” (así dice la sentencia) y por crímenes de lesa humanidad. La Fiscalía investiga a cerca de un millar de militares por la muerte de 1.375 civiles. El comandante del ese grupo, que consiguió condecoraciones y mucho dinero por matar a ese tipo de “guerrilleros”, está prófugo.
Cuando ocurre algo malo, cuando se comete un delito, hay una expresión latina que es muy útil para dar con el autor: ¿quid prodest?, que significa: ¿a quién beneficia que se cometa ese delito?

Yo antes también creía que pensar eso era una aberración. Pero al ver cómo proliferan los incendios en nuestra tierra, y estremecerme leyendo el caso de los “falsos positivos”, no he podido menos que plantearme esas hipótesis sobre los causantes de muchos incendios. No son acusaciones sino elucubraciones y sospechas. Que nadie se cabree: no se puede juzgar ni condenar a nadie sin pruebas, pero cualquiera puede ser el causante de un incendio, y ¿por qué no vamos a poder aplicar la regla del quid prodest? Y por encima de susceptibilidades, hay que aplicar una política rigurosa de prevención, con medidas que cubran todas las posibilidades.
Cuentan que en una ciudad española asediada por las ratas su Ayuntamiento ofreció una pequeña recompensa por cada rata que se entregase muerta al servicio municipal de control de plagas para incinerarla.
ResponderEliminarMucha gente se dedicó a su cria ( hasta 12 por parto)
Porca miseria